Para mejorar la autoestima de los niños, lo importante es que se sientan queridos y se les acepte tal como son. La egolatría es un problema creciente en las sociedades occidentales, advierten los investigadores. El consejo de los investigadores: transmitir afecto a los hijos sin hacerles creer que son superiores a los demás.
Los padres que piensan que sus hijos son mejores que otros niños no les ayudan a ganar autoestima. Al contrario, les perjudican ya que aumentan el riesgo de que se vuelvan narcisistas. Son las conclusiones del primer estudio que ha analizado cómo se desarrolla la egolatría en la infancia, realizado por un equipo científico internacional y presentado ayer en la edición electrónica de la revista PNAS. Para potenciar la autoestima, concluye el estudio, lo importante es hacer que los niños se sientan queridos, no que se sientan mejores que los demás.
Mientras la autoestima es beneficiosa y reduce el riesgo de trastornos psicológicos, el narcisismo tiene el efecto opuesto.
“El narcisismo es un problema creciente en las sociedades occidentales”, explica en un correo electrónico Eddie Brummelman, investigador de la Universidad de Amsterdam y primer autor del estudio. Según datos de Estados Unidos, los niveles de narcisismo han estado aumentando desde 1980, coincidiendo con la creciente preocupación de padres, educadores y psicólogos por favorecer la autoestima de los niños.
Sin embargo, mientras la autoestima es beneficiosa y reduce el riesgo de trastornos psicológicos, el narcisismo tiene el efecto opuesto. “Aunque los narcisistas se sienten superiores a los demás, no se sienten necesariamente satisfechos consigo mismos”, escriben los investigadores en PNAS. Cuando se sienten humillados, tienden a reaccionar con agresividad. Los psiquiatras incluso han descrito el Trastorno de Personalidad Narcisista, que conlleva un mayor riesgo de otros trastornos psiquiátricos como depresión y ansiedad.
El estudio se ha basado en niños y niñas de entre 7 y 11 años, pues es la franja de edad en que empiezan a emerger los rasgos narcisistas. Sus resultados no son válidos para niños más pequeños, que suelen percibirse a sí mismos como el centro del mundo sin que sea motivo de preocupación.
Para comprender cómo se desarrollan el narcisismo y la autoestima durante la infancia, los investigadores han hecho encuestas a 565 niños. También han contestado a las encuestas 415 madres y 290 padres. Para cada niño y cada adulto, se ha repetido la encuesta cuatro veces con seis meses de diferencia a lo largo de un año y medio.
“Los niños se lo creen cuando sus padres les transmiten que son más especiales que los demás”
Las encuestas a los niños incluían ítems para valorar el narcisismo (“los niños como yo merecemos un trato especial”), la autoestima (“los niños como yo nos sentimos felices con nosotros mismos tal como somos”) o el hecho de sentirse queridos (“mi padre/madre me hace saber que me quiere”).
Las encuestas a los padres evaluaban si sobrevaloraban a sus hijos (“mi hijo es más especial que otros niños”) y el cariño que les daban (“hago saber a mi hijo que le quiero”).
Las respuestas indican que, cuando los padres sobrevaloran a los hijos, el narcisismo de los niños aumenta seis meses después en la encuesta siguiente. Por el contrario, cuando el narcisismo de los niños es alto, la sobrevaloración de los padres no aumenta.
“Los niños se lo creen cuando sus padres les transmiten que son más especiales que los demás”, declara en un comunicado Brad Bushman, coautor de la investigación de la Universidad del Estado de Ohio (EE.UU.). De este modo, internalizan la idea de que son superiores.
La autoestima de los niños, por el contrario, es independiente de este sentimiento de superioridad. Los resultados del estudio muestran que los niños más narcisistas no tienen más autoestima. Lo que más favorece la autoestima de los niños es el hecho de sentirse queridos y aceptados por sus padres.
Con estos resultados, Brummelman recomienda a los padres “que transmitan afecto y aceptación a sus hijos sin transmitirles la idea de que son superiores a los demás”.
Vía LaFamilia.info