“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos” –Martin Luther King.
Todos los seres humanos somos sociables por naturaleza, aislarnos nos limita y nos perdernos grandes oportunidades. Nos aleja del maravilloso contacto con otros y compartir con ellos. Pero, ¿de qué depende mantener relaciones exitosas? o que algunas personas tengan más capacidad que otras de conectar con los demás.
La clave está en ver al otro desde la curiosidad y no desde el juicio, esto nos ayudará a conectar, comprender y contener a los demás. Dejar la lucha flexibiliza nuestra mente y nos acerca a la sensibilidad.
El cambio lo generamos nosotros
Muchas veces nos detenemos a pensar que la sociedad es difícil que las cosas deberían cambiar, que hay violencia, que la situación económica no es buena… Nos llenamos de justificaciones para terminar conformándonos con las cosas. Es importante tener en cuenta que buscar una solución fuera no ayuda mucho, ya que, pretender cambiar el entorno o a los demás es desgastante.
Ante esto, ¿qué hacer desde nuestra iniciativa? Es hora de buscar acción y enfocarnos en aportar positivamente a la sociedad. Empecemos con nuestro cambio, contagiando de buenas emociones y conductas proactivas que lleven a los demás a seguir “mi ejemplo”. Esto no solo nos hará mejores ciudadanos, sino también nos ayudará a sentirnos más realizados. Tener comportamientos altruistas genera efectos maravillosos en nuestra fisiología, además, centrarnos en lo bueno hará que nos sintamos mejor y más saludables.
Cada momento cuenta
Desde que nos despertamos tenemos la oportunidad de tomar decisiones, entre ellas, la actitud de cómo llevar mi día y cómo enfrentarme a los demás. Para esto, al transcurrir nuestras actividades diarias tenemos dos opciones: llenarnos de cosas negativas, pensamientos desagradables y terminar cansados, con malas reacciones ante los demás; o tranquilizarnos, aceptar las condiciones del entorno y verificar cómo puedo sobrellevar las cosas de buena manera, logrando así empatizar con los demás y romper círculos negativos.
Disfrutar de las pequeñas cosas requiere de entrenamiento. La buena noticia es, que gracias a nuestra plasticidad cerebral todos podemos aprender. Una técnica maravillosa es recurrir a un diario donde plasmar todas las cosas que nos gustan y dar gracias por ellas. Estas podemos leerlas por la noche y ser conscientes de que tenemos cosas magníficas por las cuales sentirnos orgullosos. Agradecer despierta el lado humilde y humano. Entender al otro y acogerlo, no significa necesariamente estar de acuerdo con sus perspectivas, sino aprender a convivir y aceptar que cada persona tiene una visión diferente que debemos respetar.
Por Psic. Carol Obando M.
Directora Centro Internacional de PNL