Compartir:

Para empezar a soltar, hay que empezar a aceptar y asimilar que las cosas fueron como fueron, y que no las podemos cambiar.

Según el diccionario, “soltar” es lograr que alguien o algo deje de estar atado o retenido. Y según la experiencia, el verbo “soltar” es una acción que marca en nuestra vida un punto de inflexión. También lo podemos visualizar gráficamente como el vértice de una parábola positiva: gradualmente, venía en decrecimiento, y a partir de su vértice, ¡comienza el ascenso! En definitiva, es un punto de quiebre.

Soltar: soltar el amor no correspondido, soltar el amor que no fue. Soltar a la persona que me hirió, soltar el futuro que sólo imagine. Muchas veces, este punto de quiebre duele, pero…, ¡wow, qué liberador y sanador es tomar esa decisión cuando la situación así lo requiere!

 

 

¿Por qué nos cuesta tanto soltar?

Muchas veces nos aferramos a personas, o abrazamos con fuerza de pertenencia situaciones por miedo, incertidumbre o inseguridad. Tenemos temor a estar sin ellas; y ese miedo y esa falta de decisión provoca, que acumulemos sentimientos negativos, que tienen que ver con esas cosas o personas que no estamos dispuestos a dejar ir. Así, creamos una dependencia emocional que ata nuestra mente y emociones.

Nos cuesta mucho soltar porque a nadie le gusta darse por vencido, porque no es sólo lo que vivimos, sino lo que imaginamos que viviremos. Y esa esperanza de un futuro utópico muchas veces nos hace perder de vista la realidad que estamos atravesando. Nos cuesta mucho soltar porque amamos, pero también porque a veces amamos mucho a alguien más, pero estamos carentes de amor propio.

Nos cuesta mucho soltar, porque soltar no es una emoción que vamos a sentir, sino una decisión que tenemos que tomar con convicción. Y ahí estamos sumergidos en un círculo vicioso sin salida, peleando entre la decisión y el arrepentimiento. Pero ya lo dice la Biblia: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá luz” (Job 22, 28). No se trata sólo de tomar una decisión, sino de sostenerla cada día.

 

SOLTAR 4

 

¿Cuándo es el momento de soltar?

Vivimos en el mundo de lo descartable: se ha devaluado la lucha por la construcción, el esfuerzo por arreglar las cosas y por poner en acuerdo. Creo fervientemente que las personas no son descartables, y que a las relaciones se las cuida y trabaja todos los días.

Pero también debe haber un límite: agotá todas las estrategias, formas y dinámicas que se te ocurran, para no dar por perdido algo o alguien. Esforzate en hacer realidad lo que un día soñaste. Pero, cuando hayas dado absolutamente todo lo que podías ⎯y me atrevo a decir que y un poquito más también⎯, ya está: ¡soltá!

Cuando diste todo, pero del otro lado no hay respuesta, no hay más nada que puedas hacer. Nosotros no tenemos el poder de cambiar a las personas: son decisiones personales en su voluntad. Cuando continuar algo implique la pérdida de dignidad humana o vulneración de tus emociones…, es tiempo de soltar.

 

SOLTAR 5

 

Consejos que debes poner en práctica

Si realmente deseas soltar ten presente:

Aceptá

Aceptá la realidad. Aceptá y asimilá lo que realmente fue. Y que no hay nada que podamos hacer para cambiar el pasado. Aceptá que la decisión va a doler, que es un duelo que vamos a tener que atravesar. No lo podemos negar ni evadir: mientras más rápido lo acepte, más rápido va a sanar.

Ponele límite a tus pensamientos

Es inevitable que tu mente constantemente quiera reconstruir cuadros vividos, quiera inventar finales distintos o venga a torturarte con el “qué hubiera pasado si…”. Si llegaste hasta acá, es porque tenés las razones suficientes como para una decisión contundente.

Ganá la batalla de la mente: no permitas que pensamientos negativos opaquen tu nuevo comienzo. Alimentá tu mente y alma con semillas positivas, no vivas en el pasado, y no olvides que lo más importante es tomar todos los días la misma decisión.

Disfrutá

Viví con intensidad, disfrutá de los pequeños tesoros que nos regala Dios cada día. Apreciá a quienes te rodean, dale valor a lo que hoy tenés en tus manos, y trabajá para multiplicarlo: ¡dones, talentos, pasiones, amor! Emprendé cosas nuevas que te guste hacer. Disfrutá de las pequeñas cosas! Dejá tu pasado atrás, y empezá a vivir.

Las mejores decisiones que podemos tomar son aquellas que nos conducen a la plena felicidad y paz ! Justamente, a veces necesitamos soltar aquello que sabemos que no nos conduce a ninguna virtud, y sólo amarga nuestra vida.

Soltar es una cualidad altamente costosa, no porque traiga sufrimiento eterno ni dolor desgarrador en el alma; sino porque solo los valientes, muy valientes, son capaces de tomar a tiempo esta decisión, que le hará pasar de un estado de sepultura del futuro a sepultura del pasado! Ánimo: ¡esto también pasará!

 

 

Escrito por: Pepy Echeverría, Docente (profesora de matemática) y Especialista en Sex Coaching. Coordinadora de la Fundación “Impulsando Vida” y Preventora de abuso sexual infantil. Vía amafuerte.com

 

Compartir: