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El Derecho Canónico indica claramente que un divorciado vuelto a casar no pueden confesarse, no por capricho de la Iglesia, sino por razones muy válida.

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Una pregunta frecuente que surge de los católicos divorciados que han vuelto a casarse, es, ¿por qué no puedo acercarme al sacramento de la Confesión?, ya que ese impedimento les provoca confusión y molestia.

Incluso creen que se les quita el derecho de acceder a los sacramentos que nuestro Señor Jesucristo dejó para todos los bautizados. ¿Qué tan cierto es?

Los sacramentos son un don de Dios

El Pbro. Crisanto Rico, vicario judicial de la diócesis de Celaya, explica para Aleteia que «los sacramentos son un don de Dios» no un derecho, y para recibirlos, es necesario estar en gracia santificante.

El sacerdote destaca que esto no es a causa de una imposición de la Iglesia sino que es debido a la circunstancia en la que se encuentra la pareja que vive como esposos, sin serlo realmente.

Por eso, una persona que vive en adulterio público -es decir, está casado por la Iglesia pero vive con alguien que no es su cónyuge- no puede acercarse al sacramento de la Confesión, porque no podrá ser absuelta. Porque antes que confesarse, debe sentir dolor por su pecado.

Contrición y propósito de enmienda

Dice el Catecismo de la Iglesia católica que: «Entre los actos del penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es ‘un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar'».(CEC 1451)

Quien detesta su pecado sabe que debe dejarlo para ser perdonado. Una persona que vive en situación de pecado habitual debería estar consciente de que no puede ser absuelto si no tiene el propósito de terminar su relación. Sencillamente, no tiene caso acercarse a la confesión.

No es lo mismo no comulgar que ser excomugaldo

El padre Crisanto comenta que el Papa Francisco fue claro cuando, en su visita a México, dijo que «no pueden comulgar sacramentalmente con Cristo, pero pueden comulgar con Cristo en los necesitados, en los que sufren, haciendo apostolado».

Además, hay que entender que las parejas que no pueden arreglar su situación matrimonial no están excomulgados, solo no pueden comer el cuerpo y la sangre de Cristo.

Hay alguno medios para que estas parejas, en la medida de lo posible, puedan solucionar su situación, pero requieren de acompañamiento espiritual y de mucho esfuerzo de su parte, pero es consolador recordar que Dios los ama y desea su bien, para que no se desanimen y busquen el consejo de su párroco.

Via ALETEIA

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