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Decir soy una buena persona y luego con hechos demostrar lo contrario no tiene lógica, y más sí a quienes afectamos son a nuestras mascotas.

Desde pequeño mis padres nos dieron la oportunidad de vivir con animalitos, mascotas, en especial perros y gatos… de hecho recuerdo el nombre cada perrito que tuve por mascota, de los cuales guardo bellísimos recuerdos que atesoro en mi memoria y corazón.

Rocky (+), Crispín (+), Scooby (+), Bobo (+), Boba (+) y Gigo (+)… todos ellos me acompañaron durante casi toda mi vida, y podría contar de cada uno de ellos una anécdota, como por ejemplo cuando Gigo ayudó a mi papá cuando un delincuente lo quiso asaltar, o todas las veces en las que Rocky me esperaba muy animado al llegar de la escuela.

Recordarlos hace que se me llenen los ojos de lágrimas, porque a cada uno de mis hijos perrunos y gatunos, mis mascotas les di mi amor y ellos siempre estuvieron ahí en mis momentos buenos y malos en cada etapa de mi vida.

Todo lo que vivi con ellos me volvió un pro-animal, tanto que hoy junto a mi familia hemos acogido a dos perritas y dos gatitas rescatas, Navidad, Pucha, Ronda y Luna respectivamente, y lo hacemos porque respetamos la vida y sabemos que al darles un hogar les dimos una nueva oportunidad de vida fuera de las calles.

Hoy decidí escribir porque no podía seguir callado ante tanta maldad que lamentablemente veo a diario… y más cuando esto afecta directamente a esos pequeños o grandes animalitos, las mascotas que no tienen nada más que a sus dueños, y son ellos los indolentes antes su sufrimiento.

 

 

El dolor de mis mascotas

Hoy existe una ley que castiga a los maltratadores de mascotas o animalitos, pero qué sucede cuando sus propios dueños son los que los golpean, queman, matan de hambre o al verlos enfermos, no hacen nada más de que dejarlos morir y luego echarlos a la calle dentro de una funda de basura (en el mejor de los casos)… y ante esto nadie dice ni hace nada.

Duele ver por ejemplo a un gatito sufrir toda una semana echado en el piso y su dueño pasarle por encima y no hacer nada más que dejarlo morir… pero lo que verdaderamente indigna es que te acerques a decirle que haga algo por su mascota, y su respuesta sea: «no tengo plata para llevarlo aun veterinario o el gato no es mío, es mi hija y ella ya no vive aquí», entonces con lo dicho se fundamenta el dejar morir a ese ser vivo que solo contaba contigo.

Las mascotas no son objetos que tenemos solo hasta cuando nos parecen graciosos, o solo cuando están pequeños, si fuese así, qué pensaría esa misma persona que actúa de ese modo si su familia al verlo enfermo o viejo… lo echan a la calle a que muera.

Si vamos a tener animalitos en casa no podemos lavarnos las manos, hacer de la vista gorda y dejarlos a su suerte cuando pensamos que ahora son una carga que no deseamos llevar.

No hay dinero para veterinario, pero sí hay dinero para comprar un moto… tampoco hay dinero para medicinas para el animalito, pero sí hay plata para emborracharse todo un fin de semana… puras excusas.

 

 

Reflexión

No puedo decir que soy una «buena persona» si soy un maltratador o un indolente hacia el sufrimiento de mi mascota. Es por ello que les dejo esta reflexión: «si a mis hijos les muestro que todo lo que ya no me gusta, esta viejo o enfermo la mejor solución es dejarlo morir o desecharlo, qué crees que ellos harán contigo cuando llegues a viejo y no puedas valerte por ti mismo… Dios tarda pero su juicio ante las maldades siempre llega, no lo olvides».

 

 

Escrito por: Lcdo. Angel Ayala Arboleda.

 

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