El TDAH, es mucho más que una etiqueta para un niño «movido» o «despistado»… como padre y educadores es necesario que sepas esto.
Este artículo no pretende ser un artículo científico sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Es un resumen de cómo explico a mis pacientes y a sus familiares en qué consiste este cuadro clínico. Es por tanto información basada en la clínica e influida por la experiencia profesional particular.
El diagnóstico de TDAH es un tema no exento de polémica. Hay opiniones que afirman que es un diagnóstico que como tal no existe, otras que denuncian que hay un sobrediagnóstico impulsado por las compañías farmacéuticas, y corrientes que no ven un sobrediagnóstico ni un problema de sobretratamiento.
El diagnóstico de TDAH
Mi opinión es que el TDAH sí existe como diagnóstico y como cuadro clínico, pero que la definición e ítems incluidos en la mayoría de guías son difusos y con gran riesgo a caer en el sobrediagnóstico. Esto significa diagnosticar positivamente un TDAH cuando en realidad el problema es otro.
Creo que es imprescindible observar la educación que ha recibido esa persona, cómo se relaciona y responde a los estímulos, de qué modo le ponen límites sus padres, si está deprimido, si tiene ansiedad, si tiene altas capacidades que le están abocando a una inmadurez emocional. Son muchos ítems que deben ser tenidos en cuenta por el profesional que esté realizando el cribaje o diagnóstico.
No descarto que efectivamante las compañías farmacéuticas, como empresas, buscan beneficios; a veces a costa de influir en criterios diagnósticos o en los criterios clínicos de los profesionales.
Y por otra parte creo que hay profesionales que efectivamente están realizando un sobrediagnóstico del TDAH. Pero hay otros que a modo de “negacionistas” le niegan esta ayuda específica a la persona al descartar de base y sistemáticamente el diagnóstico.
Creo que los extremos no son buenos, y que hay que mirar a la persona por una parte y por otra a la literatura científica, los metaanálisis; que recogen y contrastan los datos de forma objetiva.
Un trastorno, una etiqueta
A pesar de que el TDAH empieza por el sustantivo “trastorno”, esta etiqueta o diagnóstico solo es una forma de describir los síntomas negativos o las dificultades que conforman este cuadro; que es mucho más grande y que no se compone solo de elementos negativos, según mi opinión.
Nuestra inteligencia y capacidad están segmentadas en múltiples inteligencias y capacidades: inteligencia lógico-matemática, lingüística, espacial, musical, kinestésico-corporal… Entiendo la persona que padece TDAH como un individuo que tiene una conformación o proporciones de estas inteligencias múltiples distintas a la media, con un diseño particular, con sus pros y sus contras; pero que forman parte de un conjunto mucho más grande que lo que suponga “ser despistado” o ser alguien “movido o inquieto”.
No es posible entender la conformación de la inteligencia o capacidades de alguien de un vistazo; al igual que no puedes ver de forma simultánea todas las caras de un poliedro.
A veces comparo el conjunto de inteligencias múltiples como este poliedro; del que con muchísima frecuencia se resaltan las caras negativas o “taras”, dejando en el lado oscuro u olvido las capacidades positivas o cualidades que estos pacientes suelen tener potenciadas.
Capacidades positivas
¿Qué capacidades son éstas?:
- Un rendimiento muy superior a la media en actividades que les motiven, que superan cierto grado de motivación.
- Una sensibilidad e intuición particular, normalmente aguzada.
- Así como puede existir un déficit de atención, son personas que captan como una esponja emociones y matices que pasan desapercibidos para la mayoría y por tanto, muchas veces tienen dificultades para gestionar esta carga emocional, que no saben expresar.
- El feedback, la respuesta, va dirigida normalmente al fuero interno o mundo interior, de forma que parece que la relación con el exterior está mermada, cosa que no es del todo cierta. Intentan expresarse pero muchas veces fracasan, de forma que con el tiempo suelen volverse más y más introvertidos; aunque en apariencia puedan ser socialmente activos.
- Necesitan a su vez un umbral de estímulos distintos, de forma que cuando el conjunto de estímulos no es suficiente en número o intensidad, les cuesta muchísimo mantener la atención. No es un capricho, es que tienen una dificultad anormalmente alta en mantener la atención en elementos que no sean de interés, por lo que el fracaso escolar es muy frecuente.
- Por otra parte, es muy común que tengan una creatividad muy potente,
así como una buena agilidad de pensamiento, siempre que no se impongan varias tareas múltiples. - Se podría decir, que es un experto en las tareas lineales, de forma que si se adapta la educación y la formación a este aspecto, mejoran muchísimo.
Abordaje integral
Como he comentado al principio, esto no pretende ser un manual para el tratamiento o diagnóstico del TDAH. Intento explicar de forma global el concepto, frente al reduccionismo que reina sobre todo en la psiquiatría acerca de esta patología.
A nivel cerebral, lo que se sabe es que la dopamina permanece muy poco tiempo en el espacio entre neurona y neurona, que es donde hace su mayor efecto. La medicación para el TDAH lo que hace es favorecer que la dopamina permanezca más tiempo entre neurona y neurona antes de ser recaptada.
Existen cuadros de ansiedad, depresión, adicciones en el adulto que, hasta que no se ha tratado la causa subyacente (el TDAH), no han mejorado, pese a haberse tratado adecuadamente. Yo al menos así lo he visto en mi experiencia clínica.
La dopamina es fundamental, sobre todo para el buen funcionamiento del área cerebral que hay encima justo de nuestros globos oculares (área prefrontal) para lograr:
- Organizarse.
- Posponer impulsos.
- Saber esperar.
- Focalizar la atención.
- Filtrar impulsos físicos y filtrar impulsos del lenguaje, para que la motivación vaya unida a la acción, para la percepción corporal y espacial, para la gestión emocional.
- Con un fármaco ayudamos químicamente a esta persona, pero es necesario el abordaje multidimensional, humano.
El sufrimiento de quienes tienen TDAH
Se trata de personas que sufren mucho, algo que pasa desapercibido en parte por su frecuente vivacidad.
Si esta persona llega a la edad adulta, suele generar conductas compensatorias para paliar las dificultades que supone este cuadro, pudiendo generarse depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, adicciones.
Su autoestima puede quedar destruida porque no es un modelo de persona que encaje demasiado bien en los esquemas de la sociedad occidental.
Suelen haber tenido problemas de accidentes de tráfico, desadaptación social, enfrentamientos violentos.
Sus necesidades
Quiero incidir en que son personas, niños o adultos, que necesitan en primer lugar ser comprendidas, y que alguien les pueda explicar qué les pasa. No son monstruos, no están “mal hechos”. Y no tienen la culpa de tener las dificultades “extra” que tienen en lo que respecta a la clínica perteneciente al TDAH y a las consecuencias a corto y largo plazo.
Necesitan ser acompañados. Necesitan que se le explique a sus padres, a su familia, lo que le pasa. Pero sobre todo, al final, lo imprescindible es el afecto incondicional.
Es que esa persona, ese paciente, se sienta querido en sus debilidades, en sus dificultades. Ayudar a la familia a quererlo a la vez que le pueden corregir sanamente y ayudarle, pero quererlo. Solo así aprenderá a quererse a sí mismo.
Puedes decirle a tu hijo, a tu amigo, a esa persona que Dios le quiere. Y es verdad, y de forma incondicional. Pero muchas veces necesitamos recibir y experimentar ese amor a través de personas y hechos concretos, más aún si hablamos de salud mental. Esto es ineludible, y es el punto que tantas veces marca la diferencia.
Escrito por: Dr. Pablo Tudela, vía Aleteia.
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