El mundo actual muchas veces nos tiene absortos y no vemos que a nuestro lado hay gente que nos necesita.
De arranque debemos afirmar que se trata de mirar a los demás como compañeros, de camino. Ellos están también en la búsqueda en conjunto de la felicidad, pues, “hay más felicidad en dar que en recibir”. Para esto, es necesario establecer una “hoja de ruta” que nos permita constatar “en carne propia” tres elementos fundamentales:
- El “otro” nos es un competidor mío
En esta búsqueda de ser felices no hay competencia como afirmaba el ateísmo del pensador francés Jean Paul Sartre, sino un amigo o amiga con quien compartir aspiraciones y trabajos. El “otro” que es diferente a mí, es fundamental para que exista un “nosotros”, caso contrario originaremos un enorme “yo” que desembocaría inobjetablemente en un tremendo “yoísmo”: primero yo, segundo yo y tercero yo. Enmarcados en este egoísmo, jamás podremos descubrir la riqueza de lo que significa entregarse a los demás.
- En “nosotros” está entregarse
Si es así, nacerá en el “nosotros” una ferviente inquietud para servir, llegando a enriquecer nuestra vida personal interiormente. Si supiéramos la inmensa alegría interior que produce el servir a quien nos tiende la mano, creo que formaríamos “cola” para que nuestra vida se convierta en un continuo servicio. Como afirma el Papa Francisco “tenemos que vivir el poder del servicio y, no el servicio del poder”.
- Ser ejemplo para los demás
Desde esta perspectiva, nace en nuestro interior lo que todos queremos tener: “la autoridad moral”. Esto quiere decir que nuestra vida se convierte en referencia para otros hermanos nuestros por la fuerza interior de nuestra conciencia personal. Este tipo de autoridad no nace de los otros, sino de la riqueza y de la vitalidad del testimonio coherente de nuestra vida. Tal como afirmaba el presidente turco Erdogan respecto al papa Francisco: “su vida es un recurso moral que la humanidad necesita hoy”.
Asumamos este desafío y nos daremos cuenta que podremos “dar mucho más de lo que pensamos”.
Por Alejandro Saavedra sdb
Párroco y Rector
Santuario de María Auxiliadora (Guayaquil).