Compartir:
Gracias a la colaboración de familias solidarias, más de diez mujeres hoy tienen un trabajo: elaboración artesanal de productos de limpieza.

Todo empezó hace diez años, cuando la hermana María Cecilia Montalván, del Movimiento Apostólico de Schoenstatt decidió, junto a un grupo de matrimonios, evangelizar a la comunidad ubicada en la Nueva Prosperina, en Guayaquil.

La hermana Cecilia –como todos la conocen- descubrió que existían varias necesidades que influían en la armonía y la unión de las familias. El proceso de evangelización no podía cumplirse en su totalidad ya que las necesidades económicas en los hogares, afectaban la vida en pareja, familiar y espiritual.

Por esto, sintió el llamado a ayudar a esta comunidad, para que a través de sus propios recursos y esfuerzo pudieran lograr una sana convivencia y formación. “Surgió como necesidad para dar aporte al presupuesto familiar”, comenta la hermana.

Con la misión de ayudar a jóvenes y adultos a descubrir y desarrollar habilidades y capacidades que les permitan obtener ingresos, nació la Fundación Nova Vida.

Durante sus inicios, las familias fueron invitadas a participar en capacitaciones de composición de elementos de limpieza personal y del hogar. “Aprendimos a hacer con nuestras manos más de 36 productos  de limpieza. Desde cloro, desinfectantes, lavavajillas hasta gel de pelo, crema humectante, colonias y perfumes”, asegura Eugenia Zúñiga, una de las primeras beneficiarias del proyecto de la comunidad Nueva Prosperina.

Zuñiga cuenta que luego de nueve meses aprendiendo y puliendo las técnicas de elaboración artesanal de productos de limpieza, se sentían listos para emprender un nuevo reto.

Con el asesoramiento de la hermana Cecilia y la contribución económica de las parejas del movimiento, empezaron a producir los jabones y desinfectantes para la venta.

Yo limpio entra al mercado

La marca comercial que escogieron para los productos fue Yo Limpio. Comenzaron con unas cuantas botellas a la semana en casa de Eugenia. Se dividían el trabajo en grupos: producción, mezcla, empaque y distribución. A pesar de ser pocos los productos que hacían, trataban de venderlos todos en casa de amigos, tiendas y ferias.

La ayuda permanente de matrimonios de Schoenstatt y la constante preparación espiritual de cada domingo, permitió que no se desanimaran.

Yo limpioLuego de tres años de trabajo, la Junta de Beneficencia brindó la oportunidad de hacer uso de antiguas instalaciones en San Eduardo y la Av. Barcelona, a través de un contrato de comodato, durante 20 años. 

Gracias a los contribuyentes y al directorio de Nova Vida, han logrado posicionar a Yo Limpio en las perchas de algunas cadenas de supermercado a nivel nacional. 

Gary Vélez, productor de Yo limpio asegura que su producto cuenta con las mismas bondades que las grandes marcas: “un agradable aroma, buena calidad y amigable presentación”. El consumidor debe recordar al ver las perchas ese plus que tiene el producto que necesita para su hogar: también está apoyando a varias familias.    

La hermana Cecilia asegura que “la meta del proyecto ha sido procurar  el crecimiento y formación de las familias y que se acerquen cada vez más al ideal de una verdadera familia.”

Por Luciana Loyola
Estudiante de Periodismo

Compartir: