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¿Sabías que tu hijo de 8 años está expuesto a la pornografía? ¿Deslegalizarla es la solución? ¡Te invitamos a leer y compartir!

Sí para ir a un casino, uno debe ser mayor de edad. De manera similar, es razonable negarle a un niño la posibilidad de comprar cigarros o alcohol para su consumo personal. Incluso quienes plantean legalizar la marihuana, estarán de acuerdo en que uno debería tener cierta edad para consumirla. Estas barreras de acceso en atención a la edad están ausentes cuando hablamos de pornografía. Deslegalizarla es urgente.

 

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Pornografía, un problema por demás grave

Estudios recientes han señalado que la edad de acceso a contenidos pornográficos gratuitos ha bajado a 8 años —y el medio usado para acceder a ellos es el teléfono celular—. Esto debe ser materia de preocupación por varios motivos. Me gustaría señalar dos.

En primer lugar, porque la pornografía muestra una visión distorsionada del sexo. Cuestiones básicas como consentimiento, intimidad, empatía, amor, que son fundamentales para humanizar las relaciones sexuales suelen estar ausentes. Esto hace que los niños crezcan con una imagen del sexo que más adelante será difícil revertir.

En segundo lugar, porque puede generar una fuerte adicción. En efecto, ver pornografía muchas veces termina asociándose a la masturbación. Y dado que el placer sexual es el más intenso a nivel físico, esta práctica puede generar una gran dependencia. En suma, se produce el mismo mecanismo que respecto de las drogas, y uno puede terminar siendo adicto a la pornografía. La diferencia con las otras drogas es que la pornografía carece de barreras de acceso.

¿Por qué prohibir unas y otras no?

Las máquinas tragamonedas o el alcohol pueden generar adicción. Por este motivo, se exige que uno tenga cierta edad para acceder a ellos. Se asume que, en atención a la edad, uno debería estar en condiciones de regular dichas prácticas, y si termina cayendo en una adicción, es su responsabilidad.

La pornografía es moralmente mala siempre, pero difícilmente podrá ser prohibida legalmente para mayores de edad —salvo, claro está, la que constituya alguna forma de abuso—. Ahora bien, ¿por qué no prohibir legalmente su acceso a menores de cierta edad? La razón sería la misma que para prohibir la entrada a los casinos o el consumo de alcohol: puede generar un daño asociado a la adicción.

Que un adulto vea pornografía es “su problema”. Pero que un niño vea pornografía, ¿es también “su problema”? ¿Realmente está en condiciones de manejar esa situación? Estoy convencido de que no.

 

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Heridas profundas y la necesidad de deslegalizarla

Los actos, en la medida que los repetimos libremente, se hacen hábitos; y los hábitos modifican nuestra naturaleza. En efecto, nos hacen más propensos a la realización de ciertos actos. Y dado que esa disposición es estable, los hábitos —virtudes (buenos) y vicios (malos)— siempre son difíciles de remover.

Alguien que empieza a ver pornografía a los 18 años y genera un vicio, cuando quiera revertir ese comportamiento va a tener que andar cuesta arriba. Sin embargo, es algo que él eligió libremente. El problema se da cuando el vicio se empieza a desarrollar cuando uno todavía es niño y, por lo tanto, no es plenamente consciente del daño que le puede generar. Esto hace que, cuando uno toma consciencia del problema, se dé cuenta de que tiene que revertir un vicio instalado desde hace 5, 8, ó 10 años. Y remontar un vicio así es tremendamente difícil.

Últimamente, cada vez más se viene instalando la consideración de que la pornografía es la “nueva droga”. ¿No deberíamos empezar a tratarla como tal? ¿No sería conveniente empezar a plantear ciertas barreas de acceso a la misma?

 

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Escrito por: Daniel Torres Cox, vía Catholic-Link.

 

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