No significa proyectar tu personalidad en él o cumplir tus anhelos frustrados con su ayuda. Hablo de tus acciones.
Un día, preparando un taller para padres de familia, leí una frase que me impactó y me gustaría compartirla con ustedes. Un padre le dijo a su hijo: “ten cuidado por donde caminas” y el hijo le respondió: “ten cuidado tú, recuerda que yo sigo tus pasos”.
Simplemente hay cosas que no entendemos en su momento y tal vez no estimamos necesarias hacer. Solo nos damos cuenta cuando miramos el tiempo pasar. ¡Cuántas veces hemos leído o escuchado sobre el sentir de un padre en su nuevo rol y experiencia! Ahora, inspiraría escuchar el corazón de un hijo hablándole a sus padres.
“Papás: enséñenme a amar, a tratar a las personas, a saber elegir correctamente. No permitan que yo vea o escuche algo que pueda lastimar mi bondad e inocencia. Lo nuestro no es solo un simple parecido físico ni genes adquiridos. Desde que nací, vi sus expresiones y las copié, desde pequeño sentí su abrazo y aprendí del afecto. Más que sus consejos, yo estoy observando de cerca cada paso que dan, tomo algunos ejemplos y los repito.
¡Papás, sientan también por mí, cada acción de ustedes influye en mi vida!
¿Hay tiempo para mí, tratan bien y son honestos con los demás, organizan bien su tiempo? ¿Qué reflejan sus acciones? No se sientan mal, no teman ni se preocupen; los he visto en fracasos, los he visto en errores, solo reconózcanlos para aprender que yo también me puedo equivocar, me puedo levantar y aparte puedo solucionar y actuar con prudencia.
Sé que a veces se preguntan si han intentado darme buenos ejemplos porque no siempre soy como ustedes. Ustedes son las personas más importantes en mi vida y son mi mayor ejemplo, pero no olviden que también me relaciono con otras personas y otros medios. Nos parecemos en algunas cosas, me identifico con ustedes pero no somos iguales, estoy explorando y construyendo mi propia identidad. Los siento tan cerca de mí, de seguro están haciendo lo mejor posible y eso me llena y me hace sentir vivo. ¡Por eso y por todo gracias papás!”.
Palabras llenas de afecto, pero llenas de verdad también. Es importante distinguir que en el rol de padres no solo se trata de corregir a un hijo o aconsejarlo, sino de hacer una introspección para evaluar qué les estamos proyectando. No es solo pedir sino inculcar con el ejemplo. Por momentos suena fácil, pero no es así en la práctica. El estrés del día a día, las preocupaciones, los problemas, las disfuncionalidades dentro del hogar; eso genera que estemos emocionalmente ya predispuestos y cualquier “pretexto” nos moviliza y hace que no siempre tomemos las mejores decisiones.
Nadie es perfecto, lo importante es distinguir y aceptar que hay algo que mejorar, luego tener el interés de trabajarlo y finalmente respaldarlo con acciones para que no traiga trascendencia en los demás miembros de la familia.
Al mencionar “tu hijo, tu espejo” no significa que quieras proyectar tu personalidad en él o quieras cumplir tus anhelos frutados con su ayuda. Simplemente hablo de tus acciones, el cómo están impactando en su vida, en sus atributos personales, en su seguridad, en su autovaloración, en su toma de decisiones.
Como expresa Robert Fulghum: “No nos preocupemos de que nuestros hijos no nos escuchen; preocupémonos porque siempre nos están observando”.
Por: Valeria Zamora
Psicóloga Clínica