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Para crear nuevo hábitos, debemos construir nuevas carreteras en nuestra mente. Esto nos ayudará a mejorar nuestra calidad de vida.

Tu vida cambia cuando tus hábitos cambian…

Alguien muy importante para mí está ahora en reposo. Su cuerpo le avisó que no puede seguir así. El trabajo es una dimensión significativa de la vida, pero no al punto de comprometer tu salud. Y aunque hay muchas razones por las que nos enfrascamos en nuestra vida laboral, descuidando otros aspectos clave, lo cierto es que siempre nos hace falta más disciplina para ser felices.

La felicidad está directamente relacionada con la disciplina. No podemos ser felices si llevamos una vida desordenada. Esto aplica en lo personal, académico, profesional y social.

La indisciplina nos expone a errores, sufrimiento y pérdida. Pero ser disciplinado no ocurre de la noche a la mañana por arte de magia; requiere intencionalidad.

Lo más sencillo es llegar del trabajo y acostarte a ver el celular, lo difícil es dedicar ese tiempo a hacer ejercicio o educar la mente. Lo más fácil es saltarte el desayuno o el almuerzo porque no sientes apetito o estás muy ocupado, lo difícil es comer sano y regularmente.

Lo más cómodo es aplazar la visita al médico, aunque tu cuerpo te envíe señales frecuentes de que necesita cuidado. Lo más placentero es no hacerle caso a la alarma y dormir unos minutos más, lo duro es levantarte a tiempo y ser productivo. También lo más gratificante es gastar y endeudarte, arduo es ahorrar y privarte de un gusto hoy para privilegiar un futuro más próspero.

 

 

Debemos ir tras el cambio

Dicen que la diferencia entre el hombre racional e irracional es que el primero ve lo que no le gusta del mundo y se adapta a él, mientras el segundo también ve lo que no le gusta, pero lo que decide cambiar es al mundo para que se adapte a él. Es así -dice la moraleja- que el progreso depende de los irracionales.

Aunque es una reflexión cautivante, también es verdad que hay mucho que necesitamos cambiar en nosotros mismos. Lo contrario sería petulante. Para eso hay que aceptar que no somos perfectos ni invencibles y, más crítico aún, que no estamos solos. No vivimos en una isla y hay personas a nuestro alrededor que están profundamente interesadas en nuestra felicidad.

No se trata de merecimiento; el amor simplemente se recibe.

Sin embargo, nosotros mismos nos hemos acostumbrado a no cuidar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro corazón; a normalizar el estrés, la presión y la ansiedad, a ser negligentes con la alimentación, el ejercicio y el reposo, a sentirnos extraños porque alguien nos cuida y quiere espontáneamente. Son los malos hábitos que adquirimos y desarrollamos en la vida.

Mientras ciertas personas pueden seguir argumentando que la diferencia entre los que sobresalen y los que no tiene que ver con factores como la suerte, la realidad es que son nuestras decisiones diarias las que determinan nuestro futuro. Y sin disciplina, la perspectiva no es favorable. La diferencia entre las personas felices y las que no, nada tiene que ver con no tener problemas en la vida, sino en cómo los enfrentan.

 

 

Los hábitos y felicidad

Las personas felices tienen mejores hábitos. Y esta es ocasión para preguntarte ¿Cuáles son tus hábitos? ¿Qué cosas haces todos los días, todas las semanas, todos los meses?  Ponte a pensar ahora. Los buenos hábitos forman personalidades buenas, vidas buenas. Los malos hábitos forman personalidades y vidas pobres.

Los buenos hábitos, como comer saludable y regularmente, beber agua, dormir bien, ejercitar el cuerpo, la mente (leer, estudiar, conversar con personas interesantes) y el alma (orar, perdonar y perdonarte), desconectarte con frecuencia, requieren disciplina porque hay que esforzarse para iniciar y perseverar, no fluye naturalmente.

La buena noticia es que es posible cambiar tus hábitos, es posible desarrollar disciplina. Nuevamente, hace falta intencionalidad. El pensamiento antecede a la acción. Si no lo imaginas, si no lo construyes en tu mente, difícilmente lo llevarás a la práctica. No es tarde.

Pregúntate: ¿Cómo me gustaría que mi vida fuera distinta, en qué aspectos y en qué medida? Puedes ignorar lo que no está bien en tu vida y creer que mientras no lo veas no existe.

También puedes vivir la fantasía de que un día despertarás y de pronto tu vida será mágicamente diferente. Te cuento que eso no sucede jamás.

Tu vida cambia cuando tus hábitos cambian. Si quieres que tu futuro sea distinto a tu pasado, hay un solo camino: identifica y cambia tus hábitos. Hoy es el primer día del resto de tu vida.

 

 

Escrito por: Pablo Moysam D.
Twitter: @pmoysamSpotify: Medio a Medias.

 

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