Compartir:

“Estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí”. Buda Gautama

Vivimos en una sociedad ajetreada, donde interactuar con los demás de manera adecuada es casi un lujo que muy pocos se dan. Nuestras conversaciones diarias se limitan a esperar que el otro termine de hablar para contestar inmediatamente. Pero qué sucede con la escucha activa, esa que todos necesitamos; qué pasa con esa contención emocional que esperamos del otro.

La clave está en empezar a preguntar después de que alguien se expresa: ¿cómo te sientes? Con solo esta interrogante damos paso a que nuestro interlocutor encuentre tranquilidad y ayuda. Una vez que hayamos hecho esto, podemos empezar a hablar de nosotros, siempre cediendo y considerando al otro, así es más fácil llegar a soluciones y relaciones más efectivas.

Llevar el día a día

La tolerancia, paciencia y percibir las situaciones de diferentes formas son requerimientos importantes para lidiar con los demás. A veces maximizamos ciertas situaciones, lo que nos lleva a llenarnos de cargas emocionales que desencadenan estrés o mal humor. Por esta razón, pensar que las personas que nos rodean también pueden estar pasando por momentos difíciles, nos puede ayuda a cambiar nuestra conducta. Sabiendo que por estas dificultades, podrían reaccionan de alguna manera que no nos gusta, y así evitamos responder de forma agresiva o a la defensiva.

Cuando empezamos el día queremos tener horas maravillosas, pero ¿qué sucede durante el trayecto al trabajo? ¿Por qué es tan fácil que otras personas influyan en nuestro estado de ánimo? No responder con gritos al conductor de al lado, no oprimir la bocina de manera desbordante, no significa que nos estamos “dejando” del otro, mas bien, significa una ruptura..en lo que me llenó de una sensación desagradable, dándole paso a un día con cosas buenas. Pero qué ocurre cuando peleamos en la calle con los demás, cuando competimos en los automóviles sin respetar el carril. Esto puede convertirse en un mal rato, un suceso que jamás planeamos para nosotros, donde alguien nos responda más agresivo. Por eso hay que reiterar en la tolerancia, así no solo evitamos problemas graves sino que también estamos ayudándonos en nuestro bienestar emocional y físico, hasta en el de quienes nos rodean.

Proyectarse ante los demás

Para que los demás nos perciban bien debemos comportarnos desde la coherencia, es decir, si me gusta que me saluden, debo saludar. Al tener acciones cívicas también ayudamos a que la sociedad se oxigene. Por ejemplo, qué sucedería si mañana intentas darle paso a los peatones, ser amable con quienes te topes en el día, no colarte en las filas, esperar al cambio de luz en el semáforo, depositar la basura en los tachos, etc. Todas estas conductas hacen que, además de ayudar a tu sociedad, motives a los demás a tomar tu ejemplo. Si queremos que la sociedad sea de nuestro agrado y buena para nuestros hijos debemos empezar a comportarnos como ciudadanos amables y coherentes.

En convivencia con los demás es pertinente tener una conducta proactiva. Esto implica también ser solidarios, no solo cuando los demás nos ven sino, en todo momento. Hagamos de la ética y de los valores algo intrínseco. Recordemos que los cambios no se dan de forma mágica. Si queremos construir una sociedad digna debemos empezar con nuestras acciones, que sumadas, crearán una base importante para que volvamos de lo bueno un hábito.

 

Por: Carol Obando

Psi. Cognitivo Conductual

Trainer PNL

Presidente ejecutivo Talentos Obando Silva

Compartir: