Nunca ningún humano emprendió aventura más loca que la de estos tres buscadores
Vieran pues los magos una estrella especial o simplemente dedujeran del estudio de los horóscopos que algo grande había ocurrido en el mundo, lo cierto es que el hecho de ponerse en camino para adorar a ese recién nacido demuestra que sus almas estaban llenas de esperanza. San Juan Crisóstomo lo ha dicho con una frase audaz, pero exactísima: No se pusieron en camino porque hubieran visto una estrella, sino que vieron la estrella porque se habían puesto en camino.
Eran almas ya en camino, ya a la espera. Mientras el mundo dormía, el corazón de estos magos ya caminaba, ya avizoraba el mundo. Confiaban en que sus vidas no concluirían sin que al sucediese. Si la estrella se encendió o no en el cielo no lo sabemos con exactitud. Lo que sí sabemos es que se encendió en su corazón. Y que supieron verla.
Nunca ningún humano emprendió aventura más loca que la de estos tres buscadores.
No sabemos si el camino fue corto o largo. Pero siempre es largo para todo el que avanza entre dudas y tinieblas. Quizá sólo el hecho de ser tres hizo la cosa soportable, porque lo difícil no es creer, sino creer a solas. Una locura compartida, en cambio, es, ya de por sí, media locura.
No se ha hecho en la historia ninguna gran tarea que no fuera rodeada, a derecha e izquierda, por las risas de los «listos» de siempre. Y hay que reconocer que los «inteligentes» de entonces tenían buen motivo para reír de quienes se echaban al camino sólo porque una estrella se encendió en su cielo. O en su alma.
José Luis Martín Descalzo
Extraído del libro «Vida y misterio de Jesús de Nazareth 1: los comienzos»
Vía Oleada Joven