Las siete peregrinaciones que tú o yo podemos comenzar ahora mismo.
En el hemisferio norte es el tiempo del calor, de las vacaciones, de ir al mar. A muy pocos se nos ocurre que también podríamos peregrinar.
“Es muy caro, muy lejano, una pérdida de tiempo”. Otros dirán que hacer una peregrinación es cosa de seriedad, preparación, inmersión teológica y cambio absoluto de paisaje o de paisanaje.
Sin embargo, Christine Valters Paintner una irlandesa que se considera como “abadesa en línea” del sitio web AbbeyoftheArts.com, un monasterio virtual mundial, no piensa igual.
Ella ofrece recursos para la práctica contemplativa y la expresión creativa y ha publicado en U.S. Catholic un artículo sobre las siete peregrinaciones que tú o yo podemos comenzar ahora mismo.
Christine, quien también es poeta y autora de libros como El alma de un peregrino: ocho práctica para el viaje interior, o La maduración lenta del alma: 12 prácticas celtas para los buscadores de lo sagrado, subraya que antes de cualquier peregrinación (incluso si es al interior de uno mismo) hay que comenzar con una intención y oración o bendición para ese momento.
Se trata de mantenernos abiertos a las formas inesperadas en que Dios puede entrar en nosotros y, al regresar, dedicar tiempo a reflexionar sobre cómo esta experiencia te ha tocado.
“Caminar es una forma maravillosa de salir de nuestras mentes y entrar en nuestros cuerpos. Si los problemas de movilidad te lo impiden, que sepas que imaginarte caminando a cada sitio sugerido puede tener el mismo impacto. Dios está presente para nosotros de cualquier manera que podamos recibir lo sagrado”, comenta en su artículo de U.S. Catholic. Y a continuación, comparte las siete peregrinaciones.
Hacer una peregrinación local
Lo más probable es que vivas cerca de una iglesia o tal vez incluso de varias iglesias. Puedes optar por hacer una peregrinación a tu catedral. Usando los tres aspectos esenciales, conviértelo en una experiencia sagrada bendiciendo el viaje hasta allí, prestando atención a los susurros divinos a lo largo del camino, y luego reflexionando cuando regreses a casa. Puedes consultar el calendario de la Iglesia para ver si hay un día festivo próximo que se sienta especialmente apropiado para tu viaje y dejar que eso le dé forma a tu oración.
Haz una peregrinación ancestral
Si vives cerca de un cementerio familiar, visita tumbas de seres queridos que han fallecido. Hazlo con la intención de hacer una peregrinación. Mantén la imagen de la comunión de los santos y la imagen de la Escritura de estar “rodeados de una gran nube de testigos” (Hebreos 12: 1) mientras haces este viaje. Siéntete rodeado por el amor de miles que han venido antes que tú. Ofrece gratitud por lo que soportaron para que tú pudieras vivir. Podrías optar por hacer esta peregrinación en el aniversario del nacimiento o la muerte de un antepasado.
Haz una peregrinación de la naturaleza
Puedes optar por hacer una peregrinación a un lugar cercano en la naturaleza. Este podría ser un parque local que te encanta o incluso tu patio trasero. Localiza el bosque, el río, la orilla del mar o la montaña más cercanos, recordando todos los paisajes sagrados de las Escrituras, como el río Jordán, el mar de Galilea, el monte Horeb o el monte Sinaí. Comienza tu peregrinación leyendo el Salmo 104 y pidiendo la claridad para escuchar a toda la creación uniéndose en un himno de alabanza continuo.
Haz una peregrinación de memoria
Esta invitación es para hacer una peregrinación a través de tus recuerdos y se puede hacer sentado o acostado en casa. La práctica está inspirada en el Examen de Conciencia de san Ignacio de Loyola. Pasa tiempo preparándote mirando fotos antiguas. Comienza leyendo Lucas 2:19, donde dice: “María atesoró todas estas palabras y las consideró en su corazón”. Esta es una peregrinación de reflexión. Luego encuentra un espacio tranquilo, reduce la velocidad de tu respiración y sumérgete en tu imaginación.
Haz una peregrinación de amistad
Elige tres amigos para visitar y programa tiempo con ellos, ya sea en uno o tres días seguidos. Permite que este sea un momento de reflexión sobre el don de la amistad en tu vida y de todas las formas en que amigos de diversos tipos te han apoyado a lo largo de los años. Considera llevar a cada uno de estos amigos un pequeño regalo que simbolice cómo enriquecen tu vida o qué representa un recuerdo compartido especial. Pasen tiempo juntos hablando de la peregrinación de cada una de sus vidas y de cómo se han entretejido juntas a través del tiempo. Pide ayuda y oración en una situación de tu vida y pregúntate cómo puedes apoyar a tu amigo también.
Peregrinatio
Los antiguos monjes irlandeses tenían un enfoque único para la peregrinación. Comenzarían un viaje a Cristo, a menudo en bote sin remo o timón, y dejarían que las corrientes del amor divino los llevaran al lugar de su resurrección. Este es el lugar donde se unieron sus dones y las necesidades de la comunidad y pudieron servir de manera fructífera. En lugar de un viaje literal en barco, puedes trabajar con el espíritu de esta experiencia de peregrinación yendo a caminar contemplativamente sin destino.
La vida como peregrinación
La vida misma ofrece muchas oportunidades para emprender un viaje de peregrinación. A veces, estos son eventos que no se sienten bienvenidos en nuestras vidas, como la enfermedad o la pérdida de un trabajo o una relación. Cuando surja algo desafiante en tu vida, adopta la perspectiva de un peregrino como una forma de conocerlo de una nueva manera. Tomar la perspectiva de un peregrino significa que en medio de la lucha buscamos maneras de ver cómo podemos abrirnos a nuevas imágenes de Dios.
Vía Ateleia