Se acercan las vacaciones y es el momento preciso para planificar actividades nuevas y diferentes con nuestros hijos.
El tiempo libre tiene la virtud de ser una oportunidad educativa. En esa época en que las obligaciones académicas se interrumpen, los chicos pueden sentirse dueños de su propio destino y hacer lo que realmente quieren: estar con sus amigos o su familia, cultivar aficiones, descansar y divertirse del modo que más le satisface.
Un momento para educar
Al oír en vacaciones lo último que se nos ocurre es seguir estudiando, pensamos en actividades o vacacionales para que nuestros hijos hagan“otras cosas” que durante el año lectivo no podían por falta de tiempo. Entonces, ¿es correcto someterlos de nuevo a un horario apretado que les signifique hacer muchas cosas y no necesariamente aprender a administrar su tiempo?
Si se quiere que los hijos crezcan en virtudes, hay que facilitarles que experimenten la propia libertad; si no se les da la posibilidad de elegir sus actividades favoritas, o se les impide en la práctica jugar o estar con los amigos, se corre el riesgo de que –cuando crezcan– no sepan cómo divertirse o que acaben atrapados en lo que la sociedad de consumo ofrece.
La libertad de elegir
Educar en el uso libre y responsable del tiempo libre requiere que los padres conozcan bien a sus hijos, porque conviene proponerles formas de ocio que respondan a sus intereses y capacidades, en las que descansen pero con las que también se diviertan. Para esto pueden explorar sus intereses con las siguientes actividades:
- Aprender a jugar a un juego de mesa o de cartas que desconozcan.
- Invitar a compañeros de clase por el día a casa.
- Ver una película en familia.
- Cuidar del jardín o sembrar una planta.
- Armar un rompecabezas.
- Comprar un nuevo libro para leer.
- Cocinar algo divertido y sabroso con los chicos.
- Salir a caminar o a dar un paseo en bicicleta.
- Sacar los álbumes familiares y recordar anécdotas pasadas.
- Armar una carpa en la sala de la casa con sábanas, cojines etc. para simular un “camping”.
- Hacer una noche de “karaoke” en familia.
- Realizar proyectos que desarrollen la habilidad manual y creativa, por ejemplo: pintura, trabajos en arcilla, elaborar objetos con materiales reciclables, decorar piedras, etc.
- Emprender una expedición botánica.
- Realizar castillos de arena si van a la playa.
- Planificar un picnic y día de juegos al aire libre.
Estas actividades permitirán a los padres conocer mejor a sus hijos y sus intereses. De esta forma será más fácil proponerles formas de ocio que respondan a esto. Los niños de hoy se divierten de una forma diferente a la de tiempos atrás, y sería ilógico no reconocer o prohibir a los menores ser parte de esa realidad. Por ello, requiere imaginación por parte de los padres y espíritu de sacrificio atinar a estos. Al mismo tiempo es necesario que ellos se esmeren por crear espacios para el juego, las actividades al aire libre y la diversión familiar.
Los hijos, sobre todo cuando son pequeños están muy abiertos a lo que los padres les presentan; y si esto les satisface, se están sentando las bases para que descubran por sí mismos el mejor modo de emplear sus tiempos de ocio.
Si hay algo que añoramos de la infancia es el tiempo de vacaciones, vivíamos en familia y disfrutábamos de las pequeñas cosas. Sería maravilloso que nuestros hijos cuando crezcan, tengan el mismo sentimiento, por eso es importante enseñarles a disfrutar de las “pequeñas” grandes cosas que componen la vida y por un momento olvidar la tecnología y demás avances del “mundo moderno” para disfrutar lo bello y lo simple.
Vía: La Familia Info