La vejez nos llega a todos, pero las familias deben aprender a ofrecer a sus adultos mayores una atención más humana.
Envejecer es una opción para todos. Según datos estadísticos es muy probable que muchos de los que hemos cruzado el umbral de los 50 años no tengamos cerca a familiares que nos cuiden en la vejez. Pero tranquilos, vengo del futuro, cuando seamos mayores podremos ser atendidos de forma personalizada según nuestras necesidades particulares. Tendremos voz y voto para elegir de forma consensuada cómo queremos vivir.
En el futuro no seremos tratados como objetos de cuidados, con atenciones centradas en servicios estandarizados y diseñados por personas que se autodenominan expertas. Nos tratarán como sujetos de deseos, autodeterminados y con preferencias diferentes.
El futuro que visualizo y que podemos empezar a construir en nuestro país desde ahora, es el presente en algunos países del primer mundo. Uno de ellos es España, un país con amplia experiencia en el acompañamiento a las personas mayores. Han entendido la importancia de articular heterogeneidad con longevidad como consecuencia lógica de su transición demográfica.
Rutas para atender a las personas que llegan a la vejez
Gracias a la magia de la tecnología y al poder de las redes sociales para conectarnos con gente y con temas que nos mueven el piso, pude escuchar un webinar sobre la ACP (Atención Centrada en la Persona).
El evento fue organizado por la Fundación Matia en el País Vasco, una ONG que tiene como propósito «Acompañar a las personas en su proceso de envejecimiento para mejorar su bienestar, generando conocimiento y servicios personalizados que promuevan su autonomía y dignidad». En un panel con profesionales de distintas áreas se exponían aprendizajes elaborados a partir de la experiencia directa con personas mayores y sus familias.
Conversaron sobre las RUTAS: “un conjunto de consideraciones, acciones y elementos, refrendados por el conocimiento existente y validados por la experiencia aplicada, sobre contenidos clave de un enfoque ACP…”, el lado opuesto a seguir un método, una receta común para todos, porque las decisiones se actualizan observando lo particular de cada persona.
Con base en la experiencia acumulada durante algunos años, en la Fundación Matia se vieron en la necesidad de cambiar el modelo de atención porque las personas mayores de hoy cambiaron también.
Para ello definieron 5 rutas en las que trabajan los equipos profesionales: Preferencias que implican riesgos, personas con demencia: comunicación y bienestar, participación de la persona en la atención, buen trato y cultura organizacional.
Aunque todos ellos son temas que convocan, detuve mi atención en la Ruta “Preferencias que implican riesgos”. Definir hasta cuándo se le puede permitir a una persona mayor que decida libremente sobre cómo quiere vivir sin que esto implique riesgos para su salud y seguridad es una tarea muy compleja.
Consensos en la familia
Lejos de apelar a protocolos o metodologías rígidas, en la Fundación Matia buscan llegar a consensos entre los familiares, la persona que recibe la atención y el equipo profesional que los acompaña. Diseñan una intervención diferente, personalizada para cada caso y para ello se valen de la escucha, la reflexión y el encuentro de alternativas posibles de forma colaborativa.
La cultura del “Sí, vamos a ver cómo lo hacemos, vamos a explorarlo” para que las personas sigan viviendo en el marco de sus preferencias, en contraposición a la cultura del “No”, de la protección sin matices, ejecutando protocolos cuando el miedo a la incertidumbre aparece.
Lo deseable es atreverse a poner a las personas en el centro, escucharlas, promover que sigan teniendo nuevas experiencias, que sigan siendo las protagonistas de su propia vida, asumiendo los riesgos de vivirla.
Los ejemplos abundan. Conozco personas mayores a quienes les cuesta mucho plantearse la posibilidad de dejar de manejar o viajar solas, porque lo relacionan con perder autonomía y con ello perder un poco de vida. También conozco personas mayores que no quieren dejar de fumar o beber alcohol, a pesar del riesgo que ello implica en su salud.
Para cada caso hay que encontrar el justo medio, una decisión que no está escrita en piedra y que debe tomarse a partir del diálogo y el consenso entre las partes involucradas.
Sabemos que con el paso del tiempo haremos frente a limitaciones de todo tipo. Identificar aquellas en las que podemos ceder autonomía por el bien de todos y aquellas que tenemos que enfrentar para no perder dignidad y las ganas de estar vivos, es un arte que nos haría bien empezar a cultivar desde hoy.
Escrito por: Psic. Alexandra Landázuri Savinovich
Directora de Guiarte, programa online para personas mayores.
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