Su pasión por la fotografía ha llevado a Manuel Avilés a compartir con diversos pueblos de la costa y oriente ecuatoriano, convirtiendo su trabajo en una oportunidad para servir a los demás.
Luego de retratar a las Islas Galápagos durante su viaje de fin de curso, Manuel Avilés empezó a enamorarse de la fotografía. Ser parte del voluntariado salesiano lo puso en contacto con nuevas realidades que cambiaron su vida para siempre. En la actualidad, Manuel combina su trabajo como fotógrafo con el servicio social, llegando a compartir por más de diez años su Navidad con varias comunidades indígenas y afrodescendientes del país.
¿Qué tipo de historias te mueven y te gustan retratar?
Siempre me gustaron las fotos de indígenas, eso me mataba. Los salesianos me enviaron como misionero a Yaupi, en Morona Santiago, y allá tomaba fotos por lo menos una vez cada tres semanas, lo que fue mi inicio en la fotografía.
¿Cuáles son los lugares más distantes a los que te ha llevado tu profesión?
A Bameno, en Francisco de Orellana, donde viven los waorani, voy una vez al año. Son cuatro días de viaje: dos días en carro y dos días más en canoa. Es lejano, pero es muy silvestre y la gente es súper buena.
En estos contextos, ¿qué es lo más impactante que has visto?
Comparto mucho tiempo con comunidades muy pobres. En aquellas que no están contaminadas por el turismo y la gente es más auténtica. Cuatro o cinco comunidades son las que más me han impactado y donde siempre regreso a pasar Navidad. Voy a repartirles ropa, juguetes y paso la Nochebuena con ellos. Me impacta su humildad y sencillez, se vive la Navidad de una forma distinta, aunque no tienen ningún compromiso conmigo, se preocupan por mí.
¿Cómo ha sido la experiencia de Navidad en la selva amazónica?
He pasado la Nochebuena con cuatro comunidades: bamenos, shuaras, waoranis y afrodescendientes. No les hablo de la Biblia por respeto a su cultura, pero hacemos actividades y juegos. Tenía 29 años cuando fui por primera vez y ahora ya son catorce navidades. Gracias a la magia de las redes sociales, la gente sabe lo que hago y me hacen donaciones. Mi camioneta parece un trineo.
Luego de convivir con ellos, ¿se ha modificado tu significado de esta fecha?
Te preguntas, ¿cuál es el verdadero sentido de la Navidad? Llega un momento en el cual estás en un lugar donde realmente lo estás viviendo, renuncias a la comodidad de tu hogar para compartir con los demás; de repente son las ocho de la noche y estás calentando una olla para hacer chocolate para ochenta personas, te mueres de calor y te acuestas a dormir muy tarde. Sin duda, compartir es el mejor regalo.
Servir después de la desgracia
Luego del terremoto de Ecuador de 2016, Manuel viajó a las zonas afectadas para realizar fotografías, pero terminó convirtiéndose un viaje de cerca cuatro meses de arduas labores de ayuda a los damnificados. “Mi casa era como un centro de acopio, tenía que alquilar camiones de tres a cuatro toneladas para transportar las donaciones”, comenta. Ahora, su nuevo reto es recorrer setenta países en veinte meses. Su ruta inició con seis meses de viajes por el Ecuador, para luego viajar a Brasil y comenzar su aventura por el mundo, la cual llegará hasta China. El fotógrafo recorrerá los continentes realizando exposiciones itinerantes de Ecuador y tomando fotografías. Manuel espera que el proyecto termine en un nuevo libro, el cual se uniría a sus publicaciones Colores del Ecuador, Colores del Yasuní y Detalles del Ecuador.
Por Angélica Lainez Rendón
Periodista – Redacción Vive!
