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Mentira, la verdad no lo sé, simplemente estoy usando un titular para que usted se interese en leer este artículo. ¿Enojado o sorprendido? En realidad eso es lo que muchas veces los medios de comunicación seculares -independientes y del Estado- usan para captar la atención de sus televidentes, subir el rating, la cantidad de lectores y, por supuesto, para vender más.

Pero este artículo no es para hablar de los medios, sino de nosotros, de la opinión pública que consumimos de los medios. Porque reconozcámoslo: nos gusta la polémica, el morbo, el relajo, “las noticias”.

La muerte de Sharon nos hizo pecar a inicios del año. Conmocionados por la noticia, no porque ella sea una gran artista, sino porque -mucho o poco- nos apena la muerte de alguien cuando se le hace tanto escándalo mediático.

Sharon, la cantante, la showgirl, la empresaria, la madre, la hija, murió de manera extraña y dudosa a modo de película de suspenso. Las redes sociales, las figuras públicas y hasta los noticieros más responsables del país cortaron su transmisión habitual para anunciarnos la mala noticia, afirmando que el hecho era de tal interés nacional que era necesario transmitir en vivo, aunque fuera feriado.

El morbo, un pecado delicioso

Me pregunto ¿de dónde sacan los medios de comunicación que la muerte de la pobre Sharon era tan relevante para nosotros los ecuatorianos? Y es que, cuando las figuras públicas y los famosos están en problemas o mueren, despiertan mucho mayor interés del público.  Este deseo de la gente por conocer la desgracia ajena se llama morbo,  un delicioso pecado que llena los bolsillos de los medios, pero que vacía nuestro espíritu y entorpece nuestros cerebros.

El morbo es un defecto humano, que lo tiene desde el más estudiado y culto hasta el más ignorante. Se lo puede palpar en reuniones de alto rango hasta en conversaciones de vecinas en la tienda de la esquina, todos comentan, hablan, critican y juzgan a la pobre Sharon, a su conviviente, a su hija. Un morbo que a modo de llama, es avivada por los medios de comunicación y las redes sociales, incluso por autoridades de alta jerarquía que no controlan sus dedos y publican barbaridades en sus cuentas.

La culpa es de nosotros, el público oyente, televidente y lector. La culpa no es de los medios, porque si no ejerciéramos tan eficientemente el morbo, ellos no venderían y la noticia se la trataría de una forma diferente, sin tanto show. Es cierto que los “famosillos” dan de qué hablar, pero somos nosotros los que no debemos continuar su juego. Debemos quejarnos ante la avalancha mediática de temas que no tienen mayor relevancia nacional. Debemos exigir que el tiempo usado en cubrir casos como el de Sharon se los use en temas positivos, noticias que produzcan algo bueno en el televidente.

Nosotros podemos, desde nuestro entorno, ir moderando el morbo al no propagar estos temas (chisme), podemos cortar o cambiar la conversación, ni siquiera comentarlo en casa y si sus hijos o colaboradores lo comentan tratar de educarlos y eliminar esa tendencia normal al morbo.

Hay que fomentar el respeto a la vida privada, aunque en esos momentos esté siendo ventilada por los medios.

Dejemos de consumir por morbo los medios de comunicación y las redes sociales. Empecemos a mirar con más caridad la vida de los otros, incluida la vida de los “famosillos”, quienes tristemente, venden más al estar muertos que vivos. 

¿Qué es el morbo?

Atractivo que despierta una cosa que puede  resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida. Tendencia, lo cruel, lo prohibido.

 

Por Carla Rossi

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