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Es normal encontrar personas diciendo: “no tengo tiempo para nada por el trabajo” o “me exige tanto tiempo y preocupación que no puedo pasar lo que quisiera con mi familia”. Realmente, todos tenemos una serie de responsabilidades que debemos cumplir. El trabajo es necesario, sin este sería imposible dar una buena educación a los hijos, brindar a la familia necesidades básicas y hasta tener una vida con ciertas comodidades.

Si bien –aunque no siempre– esas responsabilidades son necesarias, ¿por qué se tiene un sentido de culpa? Es como si uno no estuviese cumpliendo su responsabilidad en el ámbito familiar. Desafortunadamente ese sentimiento de culpa responde a un
problema real que requiere de cambios radicales para resolverlo.

Recordemos que la gran pregunta es: ¿cómo hacer para no sentirme culpable? Hay que descubrir la manera de organizar nuestra vida para poder dedicar el tiempo necesario a familia. Para esto, tendremos que centrarnos en los aspectos esenciales del problema.

Establecer prioridades:

Optar y renunciar a ciertas cosas

Organizarnos según la importancia de cada responsabilidad. Por ejemplo, es más importante gastar en comida, que mirar los últimos estrenos cada fin de semana en el cine. Así como esto, hay circunstancias más complejas. Desde la economía familiar, hasta la cantidad y calidad de tiempo que dedico para amar cada vez más a mi familia.

Privilegiar ciertas relaciones

Primero es nuestra relación con Dios, luego con la pareja, de ahí vienen los hijos y sólo después la necesidad de trabajar. Finalmente, el trato con los demás: amistades, compañeros de trabajo, nuestra comunidad; debo tener todas ellas presentes en mi vida, pero teniendo en cuenta las prioridades.

Apoyarse en Dios

Para los que ya tienen años recorridos, sabemos lo frágil y limitados que somos. Necesitamos seguridad y claridad en la vida y ese fundamento sólido es Dios. Los bienes materiales, los placeres la necesidad de poder que ofrece el mundo o que nos brindan ciertos puestos de trabajo, no van a solucionar los problemas graves que tenemos en la vida. Sería imposible la convivencia entre la pareja por ejemplo, si no existiera esa fe en Dios que permita sobrellevar las dificultades.

Tener en cuenta a los hijos

Sólo cuando la pareja se lleva bien, nutriéndose del amor a Dios, es que tiene las “herramientas” necesarias para criar bien a los hijos. Sabemos, que por más que queramos “esconder” los problemas maritales, para que ellos no sufran, es prácticamente imposible. Los niños son como “esponjas”, que absorben todo de los papás y se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor.

Tener una familia saludable es algo que requiere de esfuerzo. La crianza y el amor hacia los hijos tienen que estar antes que el trabajo. Aunque este sea esencial para proporcionar un sustento económico en cuanto a estudios, salud y muchas otras cosas más; es importante esa dedicación al interior de la familia para poder ir al encuentro de los demás. En otras palabras: de qué sirve tener muchos amigos, relaciones muy hermosas y edificantes con viejos amigos, si mi vida al interior de mi familia no funciona. Las relaciones de amistad con viejos amigos son muy importantes, pero no reemplazan a la vida familiar.

Espero que esto sirva para que cada uno se cuestione y haga un examen de conciencia sobre sus relaciones, que descubran cómo están sus prioridades y qué están haciendo para tener una familia bien constituida.

Por: Pablo Augusto Perazzo

Mg. en Educación 

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