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Apasionarnos por la calidad afectiva con una visión personal y comprometida hará posible que sea para toda la vida

¿Cómo permanece unidos? La unión es un valor reconocido, pero a veces parece difícil trasladarlo al ámbito amoroso de los noviazgos y los matrimonios. Parece que nos unimos para separarnos y no para que esas relaciones funcionen y prosperen en el tiempo.

Lo cierto es que nadie espera separarse. Eso ocurre con nuestros hermanos o seres queridos que aunque tal vez exista una distancia física, la aspiración es la de mantener un vínculo afectivo con ellos. Lo mismo sucede con nuestros amigos. Nos ilusiona la idea de tener amistades inquebrantables para toda la vida.

El vínculo con los demás y la amistad para siempre no sólo es lo que más anhelamos, sino que está probado científicamente que esto aporta múltiples beneficios tanto materiales como espirituales. Cuando la unión romántica funciona en una pareja, esta puede acumular riqueza y tener un hogar propio, suben los índices de felicidad y baja la depresión.

Si la unión funciona, también hay un efecto positivo en los hijos: es más probable que el niño termine la escuela, tenga salud emocional, menos riesgos en el uso de drogas, alcohol o suicidio y en cuanto al desarrollo sexual, una menor probabilidad de embarazo no deseado o abuso sexual; así como también menos trastornos de atención, violencia o delincuencia.

Sin embargo por experiencias dolorosas vividas o por tener que convivir en un entorno difícil, muchos han perdido la esperanza. Se quiere un amor para toda la vida, pero no se cree que sea posible. Aunque puedan ser un gran desafío, las uniones sí pueden funcionar y aquello profundo que anhelamos se puede concretar. Aquí tres claves que pueden ayudarnos.

1. Encarar nuestras relaciones sin usar o descartar al otro

Nos hemos acostumbrado a usar y descartar a otras personas. A veces parecería que en nuestras relaciones con los demás simplemente queremos abrir múltiples canales de conexión como si se tratase del mundo virtual y tenerlas a disposición cuando las necesitamos. Cuando nos hacen falta recurrimos a ellas, pero luego las descartamos.

Esto al principio puede ser atractivo pero a la larga se vuelve rutinario, cansino y la verdad es que a nadie le gusta ser usado y desechado. La utilidad no puede ser el paradigma para manejar las relaciones interpersonales, sino una visión personalista que tiene como centro a cada persona con su valor único y que tratamos como tal y no como objeto.

2. Capacitarnos y entrenarnos en el amor

Estudiamos años para una profesión, incluso hacemos muchas especializaciones y nos preparamos o entrenamos para algún deporte, pero en relaciones afectivas habitualmente no invertimos tanto tiempo o ponemos tanta pasión como lo hacemos con esas cosas.

Esta es una verdadera paradoja cuando hablamos que el amor es lo más importante de nuestra vida y lo que da dirección y sentido a todo lo demás. Comenzar desde jóvenes a desarrollar hábitos de generosidad para poder lograr que nuestras relaciones funcionen, es fundamental.

3. Aprender a respetar los compromisos asumidos

Como en otros aspectos de nuestra vida, tenemos que aprender a respetar los compromisos asumidos. Sin querer podemos darle mayor importancia al compromiso que tenemos con el Estado como pagar los impuestos o las cuentas, pero no cumplir con la persona de la que estamos enamorados y con quien nos hemos comprometido afectivamente.

El único acto voluntario que concreta la invitación de estar unido con el otro proyectándose en el tiempo hacia el futuro, es el compromiso. Pro es un prefijo de futuro. Con-pro-meter significa literalmente “meterse en el futuro con la otra persona”. Si se vive este compromiso activamente y se lo respeta, seremos fieles en la búsqueda activa de la felicidad compartida.

Por Cecilia Zinicola, vía Aleteia

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