Compartir:

Análisis sobre la oración del Papa Francisco por las mujeres, por sus sueños, sus dolores y su papel en la sociedad.

Desde el principio han existido diversas formas en que el hombre abusa del propio hombre. La Iglesia siempre ha denunciado las diversas formas en que se ha visto amenazada la dignidad de la persona humana, manteniéndose firme incluso ante presiones del mundo por beneficios económicos, políticos y sociales. A continuación, te compartimos un mensaje del Papa Francisco, por el rol de la mujer.

 

 

El rol de la mujer y la realidad de la explotación en el mundo

Es fuerte la manera como el Santo Padre inicia su mensaje, al hablar de la mujer y su rol en la sociedad: «En muchas partes del mundo, la mujer es tratada como primer material de descarte».

Estas palabras nos ayudan a ver cómo sigue implantada la idea de que el hombre puede ponerse sobre la mujer. Se abre la puerta a la explotación, donde solamente importa ver cuanto puede producir una mujer para otro, pero no importa tanto ver su dignidad, identidad, y valor.

Es lamentable que, a pesar de haber avanzado tanto en el tiempo, aún persisten en nuestras culturas diversas maneras en que, hombres y mujeres, son denigrados en su identidad y valor.

 

 

Marginadas en una realidad donde debería ser el centro la persona

Lamentablemente, hoy día existen muchas realidades donde la persona es marginada y la dignidad humana es pisoteada. En muchas culturas siguen utilizando sistemas sociales basados en creencias donde la mujer no es apreciada en su identidad, sino que se le sitúa en un lugar inferior.

«Hay veces donde las mujeres tienen prohibido acceder a ayudas para armar un negocio o ir a la escuela», explica el Santo Padre. Esto nos habla de una negación a realidades básicas como lo es el trabajo, que dignifica a la persona, y el estudio, que lo prepara para enfrentar la vida.

Esta marginación siempre será injusta y representa un grave abuso contra la mujer.

El rol y la dignidad de la mujer

Las Sagradas Escrituras siempre nos han arrojado, desde el inicio, unas imágenes que nos permiten ver la verdadera identidad del hombre y la mujer. En el relato se explica que Dios vio que «no es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante para que lo ayude» (Gn. 2,18) y posteriormente agrega en el mismo capítulo: de la costilla que Yahvé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre (vv.22).

Las imágenes utilizadas en el relato son importantes para entender nuestra igual dignidad: ser semejantes, el hombre y la mujer, indica igualdad en dignidad. La costilla, donde sitúa a la mujer al lado del hombre, no por debajo de él. Presentarla al hombre, quien finalmente la reconoce como alguien semejante a él. Adán, reconoce en la mujer algo que no había visto en el resto de la creación.

Cuando no se acoge la identidad femenina y la masculina – que son los dos únicos modos en que se expresa la persona -, entonces, los errores que históricamente se han evidenciado, lamentablemente hoy día se siguen observando. Pisoteando así la dignidad de la persona: explotación laboral, esclavitud, trata de blancas, prostitución, mutilación genital, entre tantas otras.

Gobiernos que garanticen la dignidad de las mujeres

Las leyes hablan no solo de la realidad actual de un país, sino de su historia y trayectoria a lo largo de los años. Por eso, es importante que sean los gobiernos, sus instituciones y sus leyes quienes abran el mundo a la mujer. Así, poco a poco, se erradicará esta mentalidad distorsionada.

Dice el Santo Padre que «es necesario que los gobiernos se comprometan a eliminar leyes discriminatorias en todas partes y a trabajar para que los derechos humanos de las mujeres estén garantizados».

Esto evidencia que no es solo el esfuerzo de unos pocos lo que permitirán que la mujer tenga oportunidades acordes a su dignidad. Esto debe ser apoyado en todas sus realidades institucionales.

En muchos países, especialmente en África, aún se somete a la mujer a la mutilación genital. Se limita su acceso a escuelas y estudios superiores; y se limita sus labores al hogar.

Esto requiere un fuerte trabajo en las instituciones que permitan que la mentalidad de las personas se transforme. Asimismo, es importante que podamos hacer una reflexión personal sobre los diversos modos en que social y culturalmente se han filtrado ideas que rechazan la dignidad de la mujer. Incluso, se siguen llevando a distintos niveles de la familia y de la sociedad.

Lucha contra las culturas que no protegen el valor de las mujeres

«Oremos para que la dignidad y la riqueza de las mujeres sean reconocidas en todas las culturas» agrega el Santo Padre. Como Iglesia, siempre estaremos combatiendo las múltiples formas en que el mundo atenta contra la dignidad de las personas. Y el primer campo de batalla es la propia oración, somos nosotros mismos.

Es importante combatir nuestras propias distorsiones. Y, con nuestro testimonio y esfuerzos, ofrecer al mundo una respuesta ante las distintas formas de discriminación de la mujer, que nos hace olvidar su riqueza, su valor, su lugar dentro del plan de Dios.

Para finalizar, es importante acentuar en ese lugar que tenemos todos como cristianos en el mundo. En los distintos niveles que impactamos y donde nos movemos.

Es importante poder testimoniar el amor que nos merecemos el uno al otro. Así también, las expresiones concretas que esto adquiere en los distintos niveles sociales, laborales, económicos, políticos, religiosos, educativos, etc.

 

 

Escrito por: Gary Siuffi e Isabela Cañas, Psicólogos, vía Catholic-Link.

 

Compartir: