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Sabemos que las actitudes espirituales, así como las actividades de oración, son decisivas para sobrellevar, con la gracia de Dios, estos meses de dolor. Sin embargo, en estos últimos años, hay cada vez más desarrollo científico y psicológico, que aporta herramientas muy prácticas y eficaces para sobrellevar todo mejor.

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Hoy vamos a desarrollar seis actitudes que pueden ayudar a darle un «nuevo color» a nuestra rutina diaria. Que para muchos está siendo angustiante, estresante y motivo de muchas tensiones. No solamente a nivel personal, sino en las relaciones conyugales y la vida familiar.

  1. Buscar relaciones de amistad «nutritivas»

Un sinfín de estudios científicos, de neurociencias y prácticas terapéuticas, comprueban que uno de los mejores ingredientes para la felicidad y bienestar son las relaciones sociales. El vínculo con amigos levanta la moral y el buen humor.

El quedarse encerrado, y poco a poco preferir la soledad, es camino seguro para la tristeza y depresión. Algunos estudios dicen que una persona que se pasa todo el día sola, sin ningún tipo de contacto con otras personas, es como si se hubiese fumado quince cigarrillos al día. Genera ansiedad, y es motivo para propiciar otras enfermedades.

Entonces, ¿qué hacer para sentirnos más conectados socialmente? Buscar —lo que podríamos llamar— relaciones nutritivas. Así como debemos cuidar nuestra salud (dejando la comida chatarra por ejemplo), debemos aprovechar nuestro tiempo para relaciones que nutran el espíritu.

No existe una fórmula mágica para esto. Así que cada uno debe hacer un honesto examen de conciencia para saber si lo que está haciendo durante el día, ayuda a satisfacer esa necesidad de encuentro con los demás. Con relaciones «nutritivas» y no «chatarras».

Por ejemplo, puede ayudar pasar el tiempo con pequeños grupos de amigos íntimos, aunque para algunos, participar de reuniones con muchas personas resulta mejor. Esto depende de cada uno, pero se puede hacer el esfuerzo por propiciar el encuentro.

Otro medio muy útil es llamar a tu mejor amigo por teléfono, y pasarte un rato largo compartiendo y conversando sobre cosas tuyas. También vale la pena revisar con detenimiento, cómo estás utilizando las redes sociales. No siempre son herramientas que ayudan a la sana relación con los amigos. Esto lo veremos a continuación.

  1. Uso correcto de las redes sociales

Suele ser creencia común que, si estamos activos en las redes sociales, eso nos ayuda a estar conectados con los amigos y estar al tanto de las últimas noticias y novedades. Lo que —teóricamente— nos ayudaría a estar animados y con la mente activa, por decirlo de alguna manera.

Sin embargo, los estudios indican que, si estamos en exposición a las redes sociales más de 20 minutos, nuestro estado de ánimo o humor, no varía prácticamente nada. Es casi neutral, y no nos aportan aspectos considerablemente positivos que nos hagan más felices.

Lo que se conoce muy bien, es el fenómeno «FOMO». La necesidad compulsiva que generamos, por querer estar siempre con la última novedad, sabiendo «todo» lo que está sucediendo. Si no es así, entonces caemos en la angustia de no estar al tanto de lo que nuestros amigos están conversando o compartiendo. Es un problema cada vez más frecuente debido al apego que se genera a las redes sociales.

Entonces, ¿cómo utilizar bien las redes sociales? Para que no sea motivo de angustia o ansiedades, en primer lugar: no mientas. No ganas nada al enseñar momentos de tu vida que son algo «artificial», cuando en el fondo sabes que no estás siendo auténtico, y solo buscas aparentar, el único que pierde eres tú.

Por supuesto, cuando nos pasamos un buen rato, y nos fijamos en las fotos o historias ajenas, terminamos sintiéndonos mal. Creemos que la vida de los otros es mucho mejor que la nuestra o que la están pasando mucho mejor que yo.

Y puede que sí, evidentemente otros la estén pasando mucho mejor que tú. Pero esta «fachada de perfección» muchas veces deja de lado la realidad. Nos hace pensar que la vida de otros es felicidad pura, cuando en realidad todos tenemos problemas.

Hay una obsesión cada vez mayor por mostrarse siempre alegre, lo cual, paradójicamente, conduce a la experiencia diametralmente opuesta. Se trata entonces, de usar las redes sociales para tu propio bien, y no dejarse utilizar por ellas. Si quieres compartir algo asegúrate de estar siendo fiel a ti mismo.

  1. Nuevos hábitos para la nueva realidad

La experiencia del home office y el home schooling, hizo que las responsabilidades y quehaceres de los padres, así como de los hijos, se mezclaran en los horarios y ambientes de la casa.

El lugar donde vivimos se convirtió en oficina, colegio, universidad, y parque de diversiones. Esto generó y genera mucho estrés, ansiedad y pocos espacios familiares. Al comienzo se pensaba que estar más tiempo en casa, favorecería un contacto más íntimo familiar. Pero con el tiempo, vimos que eso no es necesariamente una consecuencia lógica.

Más bien, la experiencia generalizada, es que ahora tenemos menos tiempo, más responsabilidades y cargas de trabajo. Más horas para acompañar a los hijos en sus tareas de colegio, sin mencionar tener que invertir más trabajo para mantener la casa limpia, preparar las comidas, etc.

¿Cómo solucionar todo esto? Voy a sugerir algunas indicaciones muy concretas, que no necesitan mayor explicación. Primero, establecer una rutina diaria, con horarios fijos. Esto proporciona la sensación de seguridad en lo que se hace.

Segundo, hábitos fijos que nos ayuden a mantener el orden. Esto es fundamental para que la organización de la casa no se vuelva un caos. Tercero, buscar espacios propios para cada necesidad. No mezclar el ambiente de trabajo, con el familiar (aunque suene a misión imposible). No hacer del comedor el espacio «multifuncional», en el que todos hacen todo.

Y finalmente, enfocarse en lo que se está haciendo en ese momento. Es muy común que como estás en tu cuarto y además, sin alguien o una estructura que te ponga límites claros, para no distraerte, termines haciendo varias cosas a la vez. Esto solo hará que vivas disperso, y que no hagas ninguna de las cosas bien. En vez de ser «multitask», esfuérzate por ser «singletask».

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  1. Prácticas y rutinas cotidianas saludables

Hay dos necesidades básicas o fundamentales. Así debería ser toda la vida, pero ahora de modo especial. Ejercicio y sueño. ¡Ojo! No hablo de ser a partir de ahora, unos «sport – billy», sino de practicar unos 20 o 30 minutos diarios. En Internet existen miles de tutoriales para hacer ejercicios en casa y estoy seguro que sigues a algún entrenador increíble.

Además, el sueño es clave para el descanso personal, para liberar las tensiones, y sobre todo, mantener el equilibrio anímico y mental. Una exigencia demasiado alta en horas, para cumplir objetivos laborales o de estudio, termina pasando factura. Y finalmente, terminas haciendo las cosas más lento y con peor calidad.

Los entendidos recomiendan dormir al menos siete horas. Si estamos bien descansados, el tiempo nos rinde mucho más, y cumpliremos con nuestras responsabilidades de una manera más eficaz.

Ahora, esa disciplina no es fácil. Recomiendo que toda la familia junta se ponga de acuerdo para almorzar y cenar todos juntos, y sin celulares. Junto con eso, aprovecho para decir que vale la pena reservarse espacios para la diversión y esparcimiento para toda la familia.

Juegos de mesa, rompecabezas, o ver películas juntos. Mirar fotos antiguas, y que sea motivo para que los papás cuenten anécdotas de su vida antes de casarse. Esto es definitivamente, una muy buena costumbre. Te propongo estas 12 actividades sencillas.

  1. La gratitud como modo de vida

Muchos psicólogos recomiendan tener un diario en el que se escriba a lo largo del día, tres o cinco cosas por las que te sientas agradecido.

Al comienzo parece una tarea dificilísima, pero poco a poco, te das cuenta que tenemos muchísimas cosas, e infinidades de regalos por los que agradecer.

Simplemente, intenta mantener este hábito por lo menos dos semanas, y verás los cambios en tu estado de ánimo. Sobre todo, esta actitud ante la vida fortalece muchísimo la fuerza de voluntad, que nos ayuda en gran medida a ser más disciplinados.

El agradecimiento ayuda a que las cosas difíciles sean más fáciles de llevar, pues no estás gran parte del tiempo negativo, reclamando y con la «cara larga» por las dificultades que tienes.

  1. Vivir la compasión en las tensiones familiares

Es patente para todos cómo han aumentado las tensiones al interior de la familia. Incluso aquellas en que los esposos se llevan bien y mantienen una muy buena relación con los hijos. Están más ajetreados y estresados, puesto que las características de la nueva realidad conllevan una serie de exigencias, no solamente novedosas, sino bastante más difíciles de cumplir.

Vivir la compasión nos lleva a querer lo bueno y mejor para el otro. Mirar a la otra persona como un sujeto de mi amor, alguien que debo amar y por quien debo preocuparme. No frustrarme si este o aquél familiar no hace lo que me gustaría, sino pensar cómo puedo hacer para ayudarlo en esa determinada dificultad.

Al final, ayudarlo a él, significa también ayudarme a mí mismo. Ambos vivimos juntos, y ambos somos responsables del hogar. Más vale el amor, que la amargura y toda suerte de negativismo. A nadie le gusta vivir con alguien que está todo el tiempo reclamando y quejándose de todo y por todo.

La primera persona, por quien debes empezar a vivir la compasión, es contigo mismo. Solemos ser bastante impacientes con nosotros mismos. Vivimos una constante exigencia, e incluso, no nos perdonamos si cometemos algún error o no hacemos las cosas como nos gustaría. Debemos saber querernos y perdonarnos.

Espero que estos consejos te ayuden realmente a que puedas tener días más llevaderos y te permitan un día a día más alegre con tus familiares. Si conoces o practicas algún medio que no hemos compartido en este artículo, anímate a compartirlo en los comentarios.

Estamos aquí para ayudarnos entre nosotros. ¡Que Dios los bendiga, y la Virgen nos proteja a todos!

Autor: Pablo Perazzo (Catholic-Link)

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