Todo en la vida tiene límites y la educación de nuestros hijos no es la excepción.
Los límites son como un mapa de ruta que les ofrecemos a nuestros hijos. A medida que crecen, van aprendiendo gracias a los límites: lo qué es “sí”, lo qué es “no” y lo qué es “tú eliges”, porque hay cosas que son opcionales. Los límites no obligan a la persona, los límites marcan rutas. Son mapas, y uno puede tomar una ruta u otra, pero lo importante es saber que existen rutas diferentes y que ese niño, de nuestra mano, aprenderá a decidir con la práctica diaria, guiado por nosotros.
De toda la serie de habilidades, estrategias y conocimientos que vamos adquiriendo a lo largo de la vida, hay algunos fundamentales: las reglas de convivencia y de relación social, que son, ni más ni menos, los límites con los que nos topamos todos los días. Todos nosotros, como adultos, tenemos límites para funcionar. Si uno quiere conducir a 140 Km./h por una calle de la ciudad, va a encontrarse a alguien que va a ponerle una multa; si uno quiere llegar a la oficina a cualquier hora, seguramente alguien va a decirle qué día ya no tiene que volver, etc.
¿Por qué debemos poner límites y normas a nuestros hijos?
Todos los niños tienen el derecho de aprender, por parte de adultos responsables, las cosas más difíciles y más útiles de la vida en el marco de una relación afectiva en la cual se sientan seguros, apoyados, protegidos y amados.
Todo el mundo tiene límites. La sociedad pone límites permanentemente. ¿No es mejor que nuestros hijos lo aprendan de nosotros, que les queremos, les cuidamos y tenemos más paciencia con ellos? Porque fuera de nuestra casa van a ponerles límites, pero no con tanta comprensión. Van a ponérselos de forma arbitraria, dura; la sociedad limita, los colegios limitan. Lo más importante es que aprendan esos límites de nuestra mano, de aquellos que les quieren. Todos los niños tienen derecho a ser orientados por adultos responsables y a eso se le llama “estilo de disciplina con límites”.
Aspectos positivos de los límites en la educación de los niños
Los límites brindan a los niños muchas cualidades positivas:
Seguridad. Un niño aprende a caminar por la vida sabiendo qué puede hacer y qué no puede hacer; qué está permitido y qué no está permitido. Hay que saber, además, que los niños tratarán de traspasar ese límite porque es una manera de saber cuál es. Y va a comprobar si lo que le dijimos lo cumplimos después. Si lo empiezo a dejar porque estoy cansado, porque no tengo ganas, porque me duele la cabeza, porque “bueno, mañana hablo con él”, en realidad, el mensaje es “mamá o papá dice que no se juega, pero se puede jugar”. Los niños no aprenden con palabras, aprenden con conductas.
Protección. Los niños aprenden desde muy pronto que si algún adulto se toma el trabajo de explicarle, de ponerle un castigo, de esperar que lo cumpla, de sacarle de problemas, de explicarle otra vez… es porque quiere protegerle. Obviamente, no lo dirán con palabras: “Gracias, mamá, por dejarme sin televisión porque sé que me quieres proteger”. Por eso, por repetición, a lo largo de los años lo van entendiendo.
Afrontar con éxito las situaciones sociales. Los límites hacen que los niños tengan más éxito en las distintas situaciones sociales, porque algo que enseñan los límites es a respetar el derecho del otro. Nosotros, cuando limitamos a nuestros hijos, les enseñamos que para todo hay un punto, y que cuando tratamos de pasar esa barrera, se encuentran los derechos de otro, que no debemos invadir.
Desarrollo de una alta autoestima. La autoestima es cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos queremos, cuánto nos queremos y cómo valoramos lo que somos y lo que hacemos.
Autocontrol. Aprenden la responsabilidad de la propia conducta, aprenden a funcionar sabiendo que uno hace algo y todo lo que uno hace tiene su consecuencia. Y como aprenden eso en casa, fuera de casa no les parece raro, y aprenden a aceptar la responsabilidad de sus actos. Todas nuestras elecciones tienen sus consecuencias; a veces, nos equivocamos al elegir, y también tiene sus consecuencias.
Desarrollo moral. Saber cómo funciona el mundo, saber dónde empiezan los derechos de una persona, dónde terminan mis derechos, qué puedo y hacer y qué no puedo hacer, las cosas buenas y las cosas malas, las cosas permitidas y las cosas no permitidas, es fundamental para el desarrollo moral.
Vía Forum Libertas