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Conducir es mucho más que manejar un auto. Es uno de los actos de “libertad” que mayor responsabilidad implican debido a todo lo que hay en juego. Antes de entregarles las llaves a los hijos hay que tener en cuenta varios aspectos.

En algunos países la licencia de conducir se puede adquirir desde los 16 años, edad algo prematura para asumir esta gran responsabilidad. Mientras sean menores de edad, los padres son los responsables de lo que ocurre mientras ellos conducen. De ahí que sea una decisión que amerite ser analizada. Además, requiere el establecimiento de algunos acuerdos que velen por la seguridad de los hijos y la de los demás.

¿Qué tan preparados están?

No hay que hacer un extenso análisis para saber que en la adolescencia el carácter está aún tomando forma. Asimismo, que la inmadurez emocional (propia de la etapa) es notoria. No es de extrañar que los jóvenes entre 15 y 24 años constituyan un tercio del total de los accidentes de tránsito con víctimas fatales. Haciéndolos tres veces más, los causantes de accidentes que el resto de conductores.

Cifras tan lamentables como estas, se deben a la combinación entre la inmadurez emocional, sus comportamientos riesgosos y la falta de experiencia en la conducción.

Cuando un “no”

Los rasgos de la personalidad y del carácter se convierten en señales para determinar si los padres podrían conceder a los hijos este pase a la independencia. Las siguientes pautas ayudan a reconocer ciertas actitudes que desembocarían en un “no” a la  la deseada licencia:

  • Le cuesta auto controlarse.
  • Su personalidad es impulsiva, inestable o agresiva.
  • Generalmente es irresponsable en sus situaciones cotidianas.
  • Si suele exponerse o verse envuelto en situaciones peligrosas.
  • Habitualmente participa de peleas o discusiones.
  • Su actitud frente a la autoridad es inapropiada o no obedece ni acata las normas.
  • Si copia actitudes peligrosas de amigos o se deja llevar por ellos.

Si llegas a identificar alguna de las actitudes anteriores lo más recomendable es que la licencia tarde ser concedida. Tal vez cuando haya madurado un poco se podrá considerar nuevamente esta posibilidad.

Recomendaciones para establecer acuerdos

La licencia de conducción es un “trofeo” para los adolescentes, pero como todo, requiere el cumplimiento de medidas y deberes como son los siguientes:

– Los padres pueden ser los primeros maestros. Es una oportunidad para estrechar los lazos de confianza entre padres e hijos. Además es una forma de cerciorarse con los propios ojos la forma como conducen.

– Durante los primeros meses es recomendable que el joven conduzca bajo la supervisión de un adulto.

– Establecer horarios y control. Acordar una hora de entrega del auto, es una forma de controlar el buen uso.

– No hay que regalarle un auto junto a la licencia. El hijo debe utilizar el carro familiar, así tendrá mayor compromiso y los padres podrán ejercer el control. Después de un tiempo y de acuerdo a su comportamiento, se estudiará la posibilidad de tener su propio carro. Ojalá lo obtuviera con sus ahorros o fruto de su trabajo, de esta forma lo valorará más y tendrá mayor precaución.

– Puesto que el hijo está haciendo uso del auto familiar, debe ofrecerse para ayudar con los compromisos y quehaceres de la casa.

– Recodar el uso indebido del binomio gasolina-licor. Aunque es una obviedad, hay que insistir en que jamás conduzcan mientras estén consumiendo licor.

– En la escuela de conducción aprenderán las técnicas de manejo, pero es en la familia donde aprenden las normas de urbanidad, el respeto y las buenas maneras. Lecciones como ceder el paso, evitar insultos, no pitar, no apurar cuando cambian las luces, respetar al peatón deben ser impartidas por los padres. El ejemplo es la clave de la enseñanza. Los hijos deben ver en sus padres un referente positivo en cuanto a la conducción, el respeto de las normas, y el cuidado de vehículo.

Vía: LaFamilia.info

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