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Antoine de Saint-Exupéry da cinco consejos a los adultos para vivir mejor el presente a través de El Principito, el héroe nacido de su pluma en 1943.

Regresar a la creatividad como cuando éramos niños

El primer dibujo del narrador niño del libro de Saint-Exupéry representa una boa que digiere a un elefante. Pero los adultos, en cambio, ven un simple sombrero. Por eso abandona su pasión por el dibujo hasta su encuentro con el Principito quien sabe inmediatamente que se trata de un elefante dentro de una boa.

La lección de vida: Los adultos pierden esa pizca de locura que los empujaba a imaginar y crear de niños. Los adultos prefieren los números y las cosas inmediatas y se olvidan de mirar en profundidad, más allá de la superficie, de dejarse llevar y de inventar.

No nos lo tomemos tan a pecho

Durante su viaje por los planetas, el Principito se encontró con un hombre de negocios. ¿Su característica principal (la única)? Es muy serio. No hace otra cosa que contar todas las estrellas de la galaxia, incesantemente. Se considera satisfecho porque cree que las posee todas, pero su vida está hecha solo de monotonía y soledad porque no se dedica a nada más. No aprecia ni siquiera la belleza de esas estrellas.

La lección de vida: Es mejor ser menos serio para apreciar el verdadero significado de las cosas.

Más tiempo a sí mismo para ser feliz

En el quinto planeta el Principito se encontró con un personaje realmente extravagante. Cada minuto debe encender y apagar su farol. Cada minuto para él vale un día. No tiene nunca tiempo para descansar o dormir.

La lección de vida: Es necesario apreciar cada instante que pasa, sacar lo mejor de la vida.

Lanzarse hacia nuevos descubrimientos

En el sexto planeta del viaje, el Principito conoció a “un anciano que escribía en enormes libros”. Creyó, por lo tanto, que había encontrado a un explorador, pero en realidad el único habitante del planeta es un geógrafo que nunca había puesto un pie fuera de su despacho.

La lección de vida: Tendemos a quedarnos anclados en nuestra “zona de confort” porque es más fácil que correr riesgos. En realidad tenemos que aprovechar nuestro tiempo en la Tierra para vivir experiencias diversas, hacer nuevos amigos, viajar por el mundo.

Mejor escoger con el corazón

El Principito ama una rosa de su planeta que se asemeja en todos los aspectos a las rosas que observa en la Tierra. Pero su rosa es única porque la ha escogido. Es una rosa “única en el mundo”, le dice el zorro, porque le ha dedicado su tiempo.

La lección de vida: El Principito representa la espontaneidad de los sentimientos. A diferencia de los seres humanos del planeta Tierra que piensan con la cabeza, al ver en su rosa sólo una flor, él piensa instintivamente, con el corazón.

 

Vía: Aleteia

 

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