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Beatriz Aguirre y Enrique Cárdenas nos dan la receta para construir una fe tan grande que mueve montañas.

Lo imposible para los hombres es posible para Dios, si se tiene fe. Este matrimonio de jóvenes abogados guayaquileños (38 años), nos conversaron acerca de una experiencia que transformó sus vidas y fortaleció su fe.

María Beatriz: nos conocimos hace unos 20 años en el pre-universitario de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica (UCSG).

En el 2005, cuando tenía 25 años, mi vida cambió a raíz de una enfermedad renal. En esa época, Enrique era mi novio y, desde entonces, aunque no tenía ninguna obligación, ha estado junto a mí en cada noticia, diagnóstico y sufrimiento. He visto como su fe ha aumentado de forma impresionante, siendo un gran impulso para mí.

Dos años más tarde de mi diagnóstico, fui trasplantada, gracias la donación de uno de los riñones de mi hermana y mejoré notablemente. Así en el año 2009, Enrique y yo decidimos casarnos. Sin embargo, en el 2016, luego de un deterioro progresivo del trasplante, tuve la necesidad de empezar nuevamente a hacerme diálisis.

Una fe inquebrantable

M.B: A la par de la enfermedad renal, me diagnosticaron cáncer de mama. Sentí un gran decepción. Aquí nuestra fe fue puesta a prueba, pero rezamos mucho. Nuestras familias y amigos nos brindaron su apoyo, amor y todo el cariño que necesitábamos. Así tuvimos la fuerza de actuar y de hacer lo que los médicos dijeron. El resto fue obra de Dios, siempre manteniéndonos firmes en nuestra fe.

Enrique: Es lamentable que por lo general busquemos a Dios cuando tenemos algún problema grave. Cuando María Beatriz enfermó sentí un cambio en mí y fuertemente atraído hacia Dios. Comencé a tener fe y nunca dejé de creer que ella sanaría y así fue.

Aceptar nuestra cruz

M.B: Hay que agarrarse firmemente de la mano de Dios y mantenerse muy cerca de Él. Ambos entendimos que teníamos una cruz con mi salud: la mía era sufrirla en carne propia y la de Enrique era su sacrificio para ayudarme a cargarla.

E: La fe es como un edificio. Mientras más sólidas sean las bases, más pisos puedes construir. El rosario es un generador de fe de máxima potencia. Nosotros lo experimentamos en cada problema que superamos. Yo era de los que pensaba que rezar el rosario era de señoras y de religiosas. Pero, en el centenario de las apariciones de la Virgen María en Fátima, ella me habló, e insistió en la necesidad de rezarlo a diario, ofreciendo con amor el camino nuestros sufrimientos.

M.B: Hay que empezar por mirar la cruz, amarla y abrazarla. La misión redentora de Jesús no terminó con su muerte y resurrección. Esa misión continúa porque el sufrimiento es parte inexorable de la vida. Hay que hacer conciencia de nuestra propia cruz, aceptarla y tener la voluntad de cargarla. Definitivamente Jesús me ha escuchado y contra todo pronóstico he podido realizar mis tratamientos y aquí sigo.

Consejos de vida

E: Debemos comprender que hay un premio que Dios nos ofrece al final del tránsito de la vida: el cielo. Por lo tanto, la meta que deben plantearse los esposos es hacer lo posible para llegar allí desde la ayuda mutua. En las situaciones difíciles que aparentemente no tienen salida, hay que estar juntos.

M.B: Jesús llama a la puerta todo el tiempo. Solo hay que abrirle el corazón y recibirlo para ser feliz. No importa la adversidad que se esté viviendo, importa la voluntad de creer y mantenerse fiel para no perder nunca la fe.

 

Por: Enrique Cárdenas

Colaboración de Stella Defilippi

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