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Juan Pablo II expresaba en la exhortación apostólica Familiaris consortio que “el futuro de la humanidad pasa por la familia” ya que es en esta donde el hombre adquiere el sentido de identidad y la vocación de persona humana.

Es por esta razón, que hemos aprovechado esta edición para poner énfasis en la cultura de la familia y más específicamente en el matrimonio. El transitar de la pareja juntos es lo que nos permite sentar las bases de lo que será la familia y por lo que tres parejas de matrimonios en diferentes etapas en este transitar nos han compartido sus historias. Este segundo matrimonio se encuentra en una etapa de resolver sus conflictos de familia.

La importancia de Dios en el matrimonio

La historia de Indira Mori y Patricio Váscones coincidentemente inició cuando eran niños, aunque no lo sabían superarían muchas pruebas juntos en estos más de 20 años de matrimonio.

Cuando eran jóvenes, Indira y Pato se conocieron en una reunión de un programa de intercambios. Patricio, era el anfitrión e Indira fue la primera en llegar. Como era costumbre en esa época, mientras Patricio terminaba de arreglar la casa dejó a Indira ojeando sus álbumes de fotos. Aquí ella descubre que habían estado una época en el mismo kínder sin saberlo. Parecía que ellos debían reencontrarse constantemente: en el preuniversitario, en uno de sus primeros trabajos, hasta una tarde en el centro a sus 22 años.

En este encuentro Pato la invitó a almorzar para ponerse al día, desafortunadamente por una reunión Indira no pudo salir. Sintiéndose muy mal por dejarlo “plantado” le dejó un recado para verse otro día, pero no recibió respuesta. “Volví a llamar, y su mamá me dijo que le había dado mi mensaje pero que no sabía por qué él no me había devuelto el llamado”. La respuesta de Patricio fue que “él solo invita una vez”, por lo que Indira le dijo: “bueno, entonces la próxima invito yo” y así empezaron a ser pareja.

En una relación un poco complicada, se separaron e Indira se fue a Quito a trabajar, pero Pato la convenció de que regrese para casarse. Por presiones en sus hogares en la búsqueda de un espacio propio, se fueron a vivir juntos, casándose por medio de lo civil. Esperaban al siguiente año casarse el eclesiástico, pero a los 3 meses de casados, ya venía el primer hijo, Patricio.

Afrontar la vida matrimonial

Indira comenta que a veces uno no se da cuenta y “como mujer, muchas veces creemos que nos casamos para ser felices, con una idea errada de lo que es el matrimonio”. Esto, hizo que durante sus más de 20 años de casados esta pareja sufra de tres separaciones. Patricio comenta que es importante llegar a acuerdos claros en la relación “yo creo talvez nosotros estábamos ilusionados, pero no habíamos madurado la relación”, por lo que empezaron los problemas.

Al entrar a su segunda crisis matrimonial Pato se unió a los retiros de los Caminantes de Maus, “ese fue el momento del inicio de mi caminar”, afirma. Coincidentemente al año, Indira decidió también asistir. “Yo ahí me di cuenta que mi primera felicidad era estar con Dios, ahí me entró la duda de qué tan buena esposa había sido teniendo en cuenta que no acepté a Dios en un sacramento”, reconoce. Así ambos iniciaron su caminar juntos, casándose el eclesiástico, esta vez a conciencia y sin presiones.

Las pruebas de Dios

Sin embargo, ninguno de los dos sabía lo que Dios tenía planeado para ellos. Mientras trabajaban en su relación, vino la sorpresa de un tercer hijo, 11 años después de su última niña, Indirita. No sabían que Romeo vendría con una condición especial, un diagnóstico de Síndrome de Down.

A pesar de sus conflictos, de tres amenazas de aborto, se lo ofrecieron al Señor. El nacimiento de Romeo los ayudó a compenetrarse como pareja y como padres, pero aún no estaban del todo bien.

En esta época llega a Guayaquil un programa del movimiento denominado Retrouvaille, como un salvavidas. Aunque estaban en el caminar, intentando reconciliarse ambos tenían problemas que no aceptaban y este programa los ayudó a reconocer el origen de los mismos, cómo influenciaron en sus vidas y a sanar su matrimonio. “Aquí empieza nuestra curva ascendente e hicimos cambios”, menciona Pato. Por supuesto, vinieron más peleas, pero pudieron sanar, comunicarse mejor “esto es de dos, con las manos de Dios, pero siempre teniendo en cuenta que por más que Él nos quiera juntar si uno no toma la decisión no pasa nada” reflexionan.

Mantener la estabilidad

Hoy definen su matrimonio como fortalecido “el Señor nos ha ido preparando”, reconoce Indira “y cuando te das cuenta que tienes una misión con él, tienes claro lo que tienes que hacer”. Patricio añade que ahora tienen un “mayor respeto y consideración hacia el otro” y saben que en la decisión tomada no se equivocaron. Se han reencontrado con esa persona con la que mantuvieron esa hermosa amistad de jóvenes y reconocen en el otro esas características que los llevó a enamorarse.

Hoy desde su experiencia de sanación ayudan a otras parejas a afrontar crisis, por lo que les recuerdan la importancia de dejar entrar a Dios, que les muestre el camino, aunque cueste. Pero sobre todo “pegarse esas escapaditas en pareja, conversar, compartir, porque es tu mejor amigo, porque sí somos padres, pero también somos pareja”.

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Por: Carol Arosemena
Máster en Comunicación y Educación

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