Nadie puede defenderse de lo que no conoce, pero para poder hacerlo necesita tener información verdadera y sin manipulación.
Martina, cuando tenía 4 años, fue víctima de abuso intrafamiliar, su padre le hacía ver videos pornográficos y le pedía a su hija que hiciera lo mismo que hacían las mujeres del video. La niña nunca le dijo a su madre lo que pasaba con su papá en los momentos en que ella salía al trabajo. Además, Martina recibía amenazas de su padre diciendo le daría correazos si hablaba de lo que sucedía
¿Qué es el incesto?
Existen dos formas de entender el incesto dentro del abuso intrafamiliar. Desde el punto de vista legal es cualquier acto sexual realizado entre personas con las que está prohibido casarse, como padres, abuelos, tíos, tías, hermanos o parientes políticos. La presencia o ausencia de un lazo sanguíneo entre los participantes del incesto es de menor importancia que los roles de parentesco que ocupan (Forward y Buck, 1988). Por otro parte desde el aspecto psicosocial significa cualquier tipo de actividad sexual o explotación de un menor por parte de una persona mayor en un rol parental, o un hermano mayor, para las necesidades sexuales y gratificación del agresor (Marvasti, 2004).
Los actos incestuosos se pueden agrupar según el nivel de contacto y variando en severidad, puede ser de contacto (caricias, manoseo genital, intento o realización de sexo oral, sexo anal, violación o masturbación) (Burns Loeb et al., 2002) o sin contacto (voyerismo, la visión no deseada de las partes íntimas de un menor y el exhibicionismo, la visión no deseada de las partes íntimas del agresor y la participación de niños en fotografías o filmaciones de desnudos con propósitos pornográficos) (Finkelhor, Hammer y Sedlak, 2008).
En casos lamentables, como el ocurrido con Martina, se puede establecer que el abuso incestuoso del padre, que podría ser también un padre sustituto, no sólo se evidencia el contacto sexual sino el abuso del poder y autoridad del progenitor.
Influencia familiar
Hay muchas razones por argumentar que hay modelos y características en la estructura de la familia que pueden influenciar para que ocurran abusos, lo que hace urgente intervenir en recuperar el valor de la familia para el proceso de crianza de los niños. Numerosos autores creen necesario conocer la estructura y dinámica de la familia incestuosa, entre las que se evidencian:
- Familias disfuncionales, que tienen un ambiente emocional inestable, abuso de sustancias, ambiente represivo y abuso de poder, un padre autoritario vs. una madre temerosa y pasiva.
- Familia caótica, donde los padres dejan de responsabilizarse por los menores por tener una situación económica baja, funcionamiento marginal de los miembros y los niños pueden comenzar a asumir o invertir roles no apropiados para su edad volviéndolos vulnerables dentro o fuera de la familia.
- Familia enredada, donde sus miembros viven aislados de la influencia de la sociedad y su censura, por tanto, hace más difícil a las víctimas de incesto revelar el abuso, que forma parte de un “secreto familiar”.
- Familia sexualizada, un caso muy actual en el que ambiente familiar estimula el incesto con un clima sexualizado, conductas y charlas abiertas sobre sexo, exposición a material pornográfico fuerte, nudismo o actos sexuales propiciados por los padres o personas mayores frente a niños.
Otros factores a considerarse son:
- Crianza inadecuada donde los padres están ausentes física y emocionalmente poniendo a los menores en situación de vulnerabilidad al incesto.
- Matrimonio de mala calidad
- Consumo de drogas
- Comunicación pobre entre los miembros de la familia.
- Comportamiento generacional donde los abusadores incestuosos son víctimas y también victimarios.
Recuperar los valores
En los últimos años y frente a la pérdida del verdadero valor de la familia nos enfrentamos a diferentes cuadros de vulnerabilidad para niños y niñas, donde una familia desintegrada o disfuncional presentará un mayor riesgo de vulnerabilidad para un ataque sexual a los infantes. La educación sexual en niños y niñas puede ser una herramienta alternativa para prevenir el abuso intrafamiliar pero no es la principal acción que tenemos que realizar. El caso de Martina tiene muchas variables entre las que están la falta de estabilidad familiar, de comunicación y control, así como la distancia afectiva-emocional del progenitor del mismo sexo (mamá).
Hoy nos quieren presentar la “educación sexual” como una herramienta para evitar abusos, ¿pero se entrega una educación basada en respeto y amor? La educación para la afectividad y la sexualidad no se puede basar en repartir preservativos a nuestros hijos para tener relacione sexuales “seguras”, sin advertir, de las consecuencias que conlleva. Un preservativo, no es un método 100% efectivo y existen enfermedades de transmisión sexual donde no es una barrera.
Queremos prevenir que nuestras mujeres sigan siendo vulneradas, pero los medios de comunicación se concentran en desnudarlas y objetiviza en horario familiar, sin mencionar la exposición de nuestros niños a los efectos de la pornografía, incitando la búsqueda del placer instantáneo. ¿Es esa es la educación sexual que queremos para nuestros niñas y niños?
El objetivo es que trabajemos para implementar y recuperar el valor de la familia, trabajando como sociedad en coherencia para brindar a nuestros niños espacios seguros y protegidos.
Por Miguel León
Vocero de @RedFamiliarPF – @amishijoseduco
Referencias bibliográficas:
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