¡Hagamos que este último año cuente!
Es muy conocida la historia del nido vacío y todo lo que esto conlleva, pero nadie sospecha que esta fase de la vida familiar se va acercando cada vez más, de manera imperceptible y sin notarlo ya llegó.
El inicio de una nueva etapa
Esta historia que podría ser maravillosa para la pareja y los hijos, puede desembocar en una crisis que inicia justo cuando el último de los hijos está por graduarse de bachiller. En donde el hijo o la hija inicia una vida caracterizada por mayor autonomía y madurez. Una etapa en la que los chicos se mueven solos, pasan más tiempo fuera de casa, invierten sus horarios… y su vida social pasa a ser más “nocturna”. Por ello, el tiempo compartido en casa es el mínimo indispensable para saber que tu hijo aún existe y está vivo.
Aunque exagerado, este comentario ilustra de alguna manera los temores que rodean al último año en el colegio, claro está, para los padres. En muchas ocasiones nos toma distraídos con los preparativos del viaje de fin de curso o de la fiesta de graduación y en un abrir y cerrar de ojos transcurren los meses.
Preveer lo imprevisible
Si no planificamos con anticipación, este tiempo de mucha expectativa y adrenalina para los futuros graduados, se transformará en una tortura para los padres quienes deben enfrentar un tiempo de exigencias económicas que no termina con la graduación, sino que continúan ante el ingreso a la universidad. Pero eso no es todo, las experiencias se transforman en un carrusel emocional que va desde las frustraciones más grandes, hasta el mayor de los orgullos.
¿Qué podemos hacer en este último año de bachiller de nuestros hijos? Bueno, empecemos por evaluar también a la pareja, en ese hogar que empieza un nuevo ciclo frente a la vida, más volcado a la relación entre los esposos ya que los hijos deben iniciar su propio camino y “aprender a volar para dejar el nido”. Es entonces que surgen los silencios y el vacío que implica llenar urgentemente de contenido la vida esponsal, si es que se siente la ausencia en demasía.
Juntos caminamos
No nos desenfoquemos, compartamos los momentos con ellos, disfrutemos de su camino hacia la responsabilidad, ya que el ciclo empieza ahora con los hijos fuera de casa y los padres deben encontrar también su sentido.
Visualicemos a María, luego de la partida de Jesús del hogar, 30 años habían pasado y ella no se abandonó, decidió ser también su discípula, su vida tomó significado, su misión floreció y hoy varias generaciones le llaman “corredentora”. No perdamos nuestro destino, en medio de la melancolía de la última graduación, solo así encontraremos nuevamente nuestra misión de vida como padres y esposos.
Graduar al último de los hijos…Ricardo Antón y María Lorena León de Antón nos comentan qué sintieron al graduar a su última hija Lorena: Es una mezcla indescriptible entre satisfacción, nostalgia, alegría y orgullo que nos llena por completo al ver a Lorena, nuestra quinta y última hija, terminar su etapa colegial; y saber que nosotros, como padres de familia, hemos acabado una etapa muy importante de nuestras vidas. Sentimos haber sembrado en tierra fértil y hoy vemos raíces fuertes. |
Por Lcdo. Víctor Cárdenas Negrete
Red Educativa Arquidiocesana.