Mucho se ha hablado sobre el veganismo y su impacto positivo para el reino animal, sin embargo, es necesario reivindicar al hombre como el centro de la creación.
Aunque esta dieta es buena para nuestra salud, es preciso plantear una perspectiva distinta sobre este asunto: ¿qué fundamentos o principios motivan a una persona a adoptarla? ¿Son buenos esos principios, o, son simplemente una moda ideológica actual?
Cuidado de la creación, responsabilidad de todos
¿El ecosistema no sufrirían tantos daños si nosotros, seres humanos, no hubiésemos existido nunca? La respuesta lógica –incluso sensata– es que ‘sí’. Si estuviera frente a un auditorio, compartiendo estas preocupaciones, no dudo que un ‘sí’ ensordecedor tomaría la sala, y probablemente muchos se pararían de sus butacas para aplaudirme.
Las iniciativas ecológicas y el cuidado del medio ambiente son nuestra responsabilidad, y el veganismo también nos lo recuerda. Esta tierra, este planeta, este tiempo y espacio nos han sido dados como un regalo y como una encomienda. Dios nos ha creado y nos ha hecho señores de toda la creación. La Tierra es nuestra casa y debemos cuidarla. ¿No se les alegra el corazón cuando ciudadanos se organizan para limpiar sus playas? Los seres humanos tenemos una capacidad enorme de hacer el bien.
Sin perder de vista las prioridades
Estas nuevas conductas promueven un cuidado –a veces extremo, también hay que reconocerlo– de las plantas y animales; no obstante, suelen olvidar quién es el centro y amo de la creación: el hombre. Nosotros hemos sido creados a “imagen y semejanza” de Dios. Los únicos seres de todo el mundo amados por Dios en sí mismos.
Su amor y misericordia es tan inmensa que llegó hasta el punto de enviarnos a su único Hijo, y pedirle que se entregase en la Cruz por nuestros pecados. Preguntémonos por un momento: ¿qué estoy haciendo por mi país, mi ciudad o mi propio hogar?, ¿son los animales los únicos afectados de los actos inconscientes del hombre?, ¿cuánto estoy comprometido e involucrado en la vida de las personas que viven “bajo mi mismo techo”?, ¿me esfuerzo y sacrifico generosamente para ayudar a resolver los problemas de mi pareja o hijos?
“No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis social-ambiental” (Papa Francisco)
Sin una preocupación por el hombre, difícilmente resolveremos la crisis ambiental. Así como buscamos el cuidado del medio ambiente, ¿luchamos por disminuir la pobreza, las injusticias y desigualdades sociales? ¿Cuánto me estoy preocupando por amar al prójimo como Jesucristo nos lo ha enseñado y dejado como una herencia testimonial en el lavatorio de los pies? Reflexionemos y hagamos un examen de conciencia.
Por Pablo Augusto Perazzo
Máster en Educación