Armando Kronfle Abbud: «Este sería un mundo distinto si los que más tienen ayudaran a los más necesitados, eso haría la gran diferencia hoy en día».
Para hablar de la historia de un país o de una ciudad se debe dar a conocer lo que los hombres y mujeres que las habitan han hecho para lograr su crecimiento. Es por esto que nos remontamos a los años 50s donde junto a Armando Kronfle Abbud, quien fue el creador de uno de los negocios más exitosos y reconocidos de aquella época: El Bongo Soda.
Pero ¿quién es Armando Kronfle Abbud? Para saberlo debemos remontarnos a inicios del siglo pasado (año 1900), cuando Juan Kronfle Salem –padre de Armando- llegó a Ecuador proveniente de Homs, Siria, gracias a la invitación de uno de sus primos.
“Para realizar ese soñado viaje a tierras ecuatorianas mi padre vendió su almacén y todas sus pertenencias, con ello pudo viajar y traer consigo 10.000 libras esterlinas, con el objetivo de radicarse en Guayaquil y empezar una nueva vida. Tiempo después formó un hogar junto a la que sería mi madre Herlinda Abbud con quien procreó siete hijos, siendo el último de ellos yo”, cuenta Armando.
Armando comenta que vivió una infancia feliz junto a su familia, aunque recalca que en aquel tiempo todo era muy distinto a cómo es ahora. Algo que destaca era la unión de su familia, tanto que nunca faltaban los desayunos, almuerzos y meriendas todos juntos sentados en una gran mesa.
Algo que valora mucho Kronfle es el respeto que su padre le inculcó, no solo para con los adultos sino también entre hermanos, tanto es así que la libreta del colegio la recibía su hermano Emilio -el mayor-, y cuando Armando tenía malas notas, él lo castigaba.
Algo valioso
Armando cuenta que dentro de su familia lo que más recuerda es que su padre nunca les pegó ni tampoco le oyó decir alguna mala palabra.
“Ya anciano un día le pregunte a mi padre: ¿cómo ha llegado hasta los cien años tan bien física e intelectualmente? Él me respondió: “Es muy sencillo: ¿Usted me ha visto alguna vez perder la paciencia? Le respondí que no… entonces me dijo: Esa es la razón para llegar a los 100 años”, además me supo decir que para que el otro lo haga perder la paciencia tiene que ser más inteligente que él, a lo que también indicó que: el tonto no cede… el inteligente se hace y yo siempre cedo”, así era el carácter de mi papá, desde entonces yo trato de imitarlo, pero no es fácil”, comenta Kronfle.
El Bongo Soda
Entrando en materia, Armando habla sobre el negocio que lo volvió un hombre exitoso y que también cambió radicalmente a Guayaquil, específicamente a la calle 9 de Octubre, entre Chimborazo y Chile… El Bongo Soda.
Kronfle cuenta que él era muy amiguero y andaba viendo que negocio iniciar. Su hermano Edmundo había tenido una fuente de soda, pero la cerró al año. Es entonces cuando al estar por graduarse del bachillerato y su papá le preguntó: ¿Usted quiere trabajar? Y Armando respondió que sí… Y ahí nace El Bongo, el cual al poco tiempo se volvió famoso.
“Hicimos mucha publicidad y traje ideas nuevas, porque desde muy pequeño mi mamá me llevó a Estados Unidos y pude ver cosas nuevas que no había acá y me encantó ver cómo se llamaban, Soda Fountain, no eran cafetería, heladería o restaurante, era una mezcla de todo, pero con cosas nuevas. Es así que traje a Guayaquil y al Ecuador cosas muy llamativas y muy ricas, como: el Melba, el sundae, el banana split, el milksheak, el icecream soda, el icecream cake, icecream Coke -que yo inventé-, que era como el icecream soda pero con helado de vainilla con cobertura de chocolate, coca cola y un poquito de crema chantilly encima… y eso sabía riquísimo”, relata Armando.
Luego la historia se cuenta sola, porque El Bongo tuvo gran influencia en el desarrollo social de la ciudad, a tal punto que todos querían visitar este lugar, incluido personajes reconocidos del extranjero.
No obstante, en 1969 -18 años después- Armando termina cerrando El Bongo, porque a decir de él era un negocio de mucho sacrificio y muy demandante, y él ya no era un jovencito.
“Siempre tendré presente esa placa en la 9 de Octubre en la que está mi nombre, por la que entre risas digo que me volveré inmortal, porque quienes pasen por ahí verán mi nombre y recordarán que El Bongo Soda era más que una fuente de soda, era un lugar cultural, incluso diría que fue una extensión de la Casa de la Cultura de Guayaquil, porque ahí paraban escritores, poetas, una de ellos la Dra. Pilar Romodelux, quien cuenta que de jovencita iba a El Bongo a disfrutar del ambiente y la alegría que había ahí. Además, que a todos le encantaba la rockola que con un sucre escuchaba dos canciones, cualquiera de las canciones de moda de aquella recordada época”, visiblemente emocionado menciona Armando.
Piedra en el camino
A todos nos tocan vivir duras pruebas y Armando no es la excepción. Hace 30 años le fue diagnosticado un linfoma de Hodgkin, un cáncer violento. Luego de descubrirse una bolita acudió donde el doctor Zunino, quien luego de chequearlo y someterlo a algunos exámenes, decide derivarlo donde el doctor Publio Vargas, porque ya le había salido otra bolita. Vargas decide que hay que operarlo inmediatamente y durante la operación descubren un tercer tumor, que por suerte estaban encapsulados.
“El doctor Vargas después de operarme limpió muy bien, me sacó todos los ganglios y me fui a realizar un chequeo para comprobar que no haya metástasis”, cuenta Armando, y agrega que gracias a Dios no le encontraron metástasis… Esa fue la primera piedra en su camino.
Virgen de Guadalupe
La devoción de Kronfle hacia la Virgen de Guadalupe empieza gracias al Padre Hugo Vásquez y Almazán, quien fue párroco de la iglesia de Urdesa, quien le regaló un folleto sobre la historia de la Virgen, sus milagros y el impacto fuerte que tuvo en México.
Esa devoción le permitió a Armando poder visitar la iglesia donde está la imagen de la “Guadalupana” y entrar ahí tras recorrer varias cuadras de rodillas.
“A lo dicho se suma también un hecho inexplicable… cuando me estaba operando el Dr. Zunino me vino un olor a rosas dentro del quirófano, mientras que fuera estaban mi mamá, mi hermana y mi esposa de ese momento. Después viajando a Miami, para una nueva operación, la Sra. Lappenti de Pérez me regaló un rosario, el cual durante todo el vuelo olió a rosas. Tampoco puedo dejar de mencionar que recientemente fui víctima del COVID-19, circuló que yo había muerto, pero no fue así, yo estoy vivo por un milagro de Dios y de la Virgen de Guadalupe y también por el amor y cuidados de mi señora… Yo digo si no hubiese estos problemas en la vida, amargos y duros, uno no podría también saborear los buenos momentos”, indica Armando Kronfle.
Consejo
Kronfle tiene varios valiosos consejos para todos los lectores de Vive!:
- Los buenos momentos hay que aprovecharlos y que hay que vivir intensamente cada día como si fuera el último, porque no sabemos cuándo el Señor nos llamará… Pero vivir intensamente no quiere decir farrear, sino vivir feliz.
- Agradezcamos a Dios por cada día, por la vida, por la comida, por las pruebas, por el amor, por la familia y por todo.
- Sería este un mundo distinto si los que más tienen ayudaran a los más necesitados, eso haría la gran diferencia en este mundo.
- Dejemos de lado el pecado de omisión y busquemos poner en práctica el amor al prójimo.
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