Nadie esperó todo lo que ha pasado en esta pandemia, pero, en medio de todo, Dios ha estado ahí. ¡Les cuento mi testimonio!
Dios camina contigo, pídele las gracias que necesites para fortalecerte y seguir adelante.
“Tú que habitas al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Omnipotente,
dile al Señor: «Mi amparo, mi refugio, mi Dios,
en quien yo pongo mi confianza».
Él te librará del lazo del cazador
y del azote de la desgracia; te cubrirá con sus plumas
y hallarás bajo sus alas un refugio.
No temerás los miedos de la noche
ni la flecha disparada de día,
ni la peste que avanza en las tinieblas,
ni la plaga que azota a pleno sol”, (Salmo 91).
No leas apurado el salmo que te comparto, ora con él, hazlo de nuevo. Y comprenderás por qué lo elegí.
Dios está con nosotros
A pesar de lo que estés viviendo, debes saber que Dios está contigo. Es curioso cómo lo inesperado golpea sin avisar y lo cambia todo. Todavía recuerdo cuando el virus llegó a mi país, parecía irreal. Esta terrible y dolorosa pandemia ha dejado graves secuelas y tragedias, lo ha cambiado todo.
He conocido empresas que estaban por abrir y cerraron definidamente. En Panamá, supongo que en otras latitudes es igual, sales a dar una vuelta en auto y encuentras cientos de negocios cerrados. Hay letreros enormes en los ventanales de lo que fue una empresa anunciando: “Se vende” o “Se alquila”.
Nos obligan a usar cubrebocas, algo impensable meses atrás.
Piensa esto: ¿Quién iba a imaginar que podrías entrar a un banco con el rostro cubierto? o peor aún, que no te permitirían entrar sin un cubrebocas, tapándote la mitad de la cara. Son las contradicciones de la vida.
Vi un meme con dos imágenes curiosas, por un lado, una iglesia con las bancas vacías cuando no nos permitían ir porque podría ser un lugar de riesgo a contagiarse y abajo la foto de un supermercado con un hervidero de personas sin mantener el distanciamiento adecuado, apiñadas, comprando víveres.
Siempre he pensado que cerrar las iglesias fue un grave error.
Olvidaron que las personas son cuerpo y alma y que, así como había que alimentar nuestros cuerpos para estar saludables, con más razón debíamos alimentar y cuidar nuestras almas inmortales con los sacramentos, la oración y la gracia Divina.
No soy quién para cuestionar. Para mí fue una decisión desafortunada, que nos ha hecho daño y debilitado espiritualmente.
Ahora que se puede ir con ciertas limitaciones, muchos no han vuelto a misa. Se sienten cómodos viéndola por la televisión. Es una tragedia.
Orar por el fin de esta pesadilla y cambiar
Nos tocaba orar con perseverancia para que esto terminara, obedecer con humildad, confiando que Dios haría siempre lo mejor por nosotros. Es lo que llaman “la pedagogía de Dios”. No siempre la entiendo, me confunde, pero lo acepto, fortalecido por la oración. “Lo ofrezco Señor, por tu amor, que es infinito”.
Muchas cosas han cambiado a nuestro alrededor, pero tú, ¿también cambiaste? ¿Te has convertido en una mejor persona? ¿Buscas más a Dios? ¿Confías en la Providencia? ¿Oras con fervor?
Dios camina contigo a pesar de la pandemia, pídele las gracias que necesites para fortalecerte y seguir adelante. No temas. Él te las concederá. ¡Ánimo! Dios es bueno. Espera en el Señor.
Escrito por: Claudio de Castro, vía Aleteia.
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