En este nuevo comentario al Evangelio, el Padre Juan José Paniagua, se analiza bíblicamente si Jesús se preocupaba por la ecología.
El Prólogo de San Juan afirma con relación al “Logos” divino que “por medio de la Palabra (Verbo) se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”. En Colosenses se afirma también, en relación a Cristo, que es “primogénito de toda criatura” y que “todo fue creado por él y para él”. (Col 1, 15-16).Por eso la Sagrada Escritura nos invita a conocer al Creador observando la creación.
Jesucristo y el cuidado del medio ambiente (comentario al Evangelio)
Texto del Evangelio según San Marcos 7, 1-23:
«En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén, y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas. Es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas. Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan:
«¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres».
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».
Escrito por: P. Juan José Paniagua, vía Catholic-Link.
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