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Este espacio ha estado relacionado al nacimiento de las parejas, para cerrar este ciclo antes de ir al próximo, se me ocurre sugerir actividades puntuales para construirse como familia. La premisa es entender el amor como aquella base que construyo para edificar mi hogar y esperar al nacimiento de nuestros hijos. ¿Cómo hago para que día a día mi esposo-a y yo construyamos nuestro amor?

El compromiso: primero conmigo para estar listo para ti.

Tener una actividad que me edifique como ser humano, un trabajo en el que me sienta productivo, una labor en la que me sienta valiosa o útil.    

Cuidar de mí, de mi salud, física y afectiva, de mi espíritu, de mi imagen frente a mí, a mi pareja y al mundo, solo así seguiré feliz conmigo y contigo.

Tener claros mis valores para practicarlos en actos pequeños, entre esos deben estar respeto, honestidad, alegría, solidaridad.

Siempre compartir tú y yo dos momentos al día, pueden ser desayuno y cena cuando no hay hijos, hora de dormir y llamada al medio día cuando sí los hay.

La comunicación: practicándola continua, fluida y transparente.

Comentar sobre mi ambiente de trabajo, por lo menos tres veces a la semana, de tal manera que mi pareja esté familiarizado con mi entorno, así cuando haya cenas o eventos laborales él podrá ir y se sentirá cómodo.

Decir al día mínimo tres cosas positivas a mi pareja, así suavizo cualquier mal entendido y hago feliz a quien está junto a mí. Por ejemplo: estás bella, me gusta oírte.

Respetar los silencios del otro, a veces los silencios en compañía son la mejor conversación. Es hacer sentir al otro que cuenta conmigo incluso en el silencio.

Mantener un espacio para hablar de todo y nada, mínimo una vez a la semana, esto es  convertir el conversar en un hábito enriquecedor, aquí se pueden poner temas diversos: tú y yo, novedades del grupo de amigos, trabajo, reflexiones mías. Pueden ser citas de novios a pesar de estar casados.

Los objetivos comunes: como el sueño para el que trabajamos, pueden ser concretos o abstractos.

Cada tres meses conversar sobre nuestros planes, qué hemos estado haciendo con esos ahorros para lo que queremos adquirir, cómo van tus notas de maestría o carrera, cuánto falta para dejar de pagar el carro.

Planificar viajes o descansos en feriados, reuniones con los amigos o actividades que nos fortalezcan fuera de casa.

Revisar nuestro nivel de felicidad y entrega, solo así nos evaluamos y sabemos dónde seguir poniendo fuerza. Esto es con preguntas sencillas: ¿Cómo te sientes, cómo has estado?

Pensar en nuestros valores como pareja para dárselos a nuestros hijos, proponer trabajos voluntarios o actividades que nos hagan crecer como pareja.

Nada de esto es fácil, requiere orden, voluntad y perseverancia; sin embargo, la familia es la mejor empresa a la que le puedes apostar. ¿Cuánto estás dispuesto a dar por ella?

 

Por Ma. del Carmen Rodrigo
Psicóloga Clínica
mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com

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