El reflujo gastroesofágico es conocido como ese «fuego que quema» por dentro del pecho.
Estefanía tenía dificultad para tragar los alimentos, en algunos casos se le devolvían a la boca sin vomitarlos, situación que la incomodaba, pero como no era muy frecuente, no le prestó atención hasta que poco a poco empezó a tener dolor en la conocida “boca del estómago” y el pecho. Fue entonces cuando decidió visitar al médico especialista en el sistema digestivo. Su diagnóstico: reflujo gastroesofágico, un fenómeno fisiológico que puede llegar a ser patológico y también ser tratable con efectividad.
Cuando el paciente come, el alimento pasa desde la garganta hasta el estómago a través del esófago. En la parte inferior del esófago un anillo de fibras musculares (esfínter esofágico) impide que el alimento deglutido vuelva a subir. “Cuando este anillo muscular no se cierra bien, los contenidos del estómago pueden devolverse hacia el esófago. Esto se denomina reflujo gastroesofágico”, indica la doctora Jesenia Ospina Arboleda, especialista en gastroenterología del Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas (IECED), quien añade que es una situación de salud muy frecuente en la población ecuatoriana, registrándose entre el 10 y 30% de la población.
Las causas de la aparición del reflujo gastroesofágico son diversas. Según Ospina, se presenta con síntomas: Esofágicos y Extraesofágicos. “Los primeros consisten en la sensación de agrieras o “fuegos” que medicamente se conocen como pirosis y el regreso de un alimento aún no digerido a la boca o regurgitación. Los extraesofágicos, pueden manifestarse como cuadros similares al asma, dolor opresivo atípico en el pecho, tos crónica, disfonía y sibilancias. Además, otros síntomas que también tienen que ser tomados en cuenta es la imposibilidad de tragar alimentos, dolor y salivación excesiva o espesa”, menciona la galena.
Se conoce que pueden presentarse diversas complicaciones derivadas del reflujo, aunque éstas no ocurren en la mayoría de las personas, esto dependerá de la severidad de cada caso.
Una de las consecuencias más frecuente es la esofagitis, que es la inflamación de la mucosa del esófago, pues está expuesta al ácido producido por el estómago, compuesta por ácido clorhídrico y pepsina, pero también puede tener ácidos biliares y enzimas pancreáticas. Las esofagitis graves pueden: ulcerarse y sangrar; cicatrizar de forma irregular, reduciendo el diámetro de la luz esofágica y dificultando el paso de los alimentos.
En algunos casos se puede producir un cambio de la mucosa normal en el esófago, que es sustituida por una mucosa más parecida a la del intestino delgado, más resistente al ácido. Esta situación se conoce como «esófago de Barrett» y su principal importancia radica en que se considera un factor de riesgo para desarrollar cáncer de esófago.
Los especialistas aseguran que una de las formas de prevenir episodios de reflujo es evitando recostarse enseguida de haber comido. Por lo que, se recomienda hacerlo mínimo después de 3 horas de ingerir los alimentos.
Factores de riesgo
Entre los factores que predisponen al paciente a padecer reflujo gastroesofágico están la obesidad, el embarazo, el tabaquismo y, muy posiblemente, el consumo de alcohol. Sin embargo, uno de los principales es la Hernia de Hiato que, según explica el doctor Fernando Jurado, gastroenterólogo especialista en motilidad de EndoscopyNet: “es una afección en la que la parte superior del estómago u otro órgano interno sobresale a través del hiato del diafragma”.
Adicionalmente, aumenta su prevalencia en la edad avanzada. Se ha descubierto que la debilidad muscular con pérdida de flexibilidad y elasticidad predispone a su desarrollo. Esto puede causar que la parte superior del estómago no regrese a su posición natural, debajo del diafragma durante la deglución.
Diagnóstico del reflujo gastroesofágico
Diagnóstico El médico puede estudiar el reflujo mediante distintas pruebas diagnósticas, tales como:
Endoscopia superior
El médico introduce un tubo delgado y flexible con una luz y una cámara (endoscopio) por la boca para ver el interior del esófago y del estómago. Los resultados de las pruebas suelen ser normales cuando hay reflujo, pero la endoscopia puede detectar si hay una inflamación en el esófago (esofagitis) o si hay otras complicaciones. También se puede realizar una endoscopia para tomar una muestra de tejido (biopsia) que luego se analizará para ver si hay complicaciones, como el síndrome de Barrett.
PH-metría esofágica
Estudio que sirve para diagnosticar enfermedad por reflujo gastroesofágico cuantificando el tiempo de exposición al ácido en 24 horas, saber en qué momentos del día se produce mayor reflujo ácido o no ácido y correlacionar los síntomas con la existencia de reflujo.
PH-metría con Impedanciometría
Se basa en el registro de los cambios en la impedancia eléctrica, provocada por el paso de un bolo (aire, alimento, saliva, contenido gastroduodenal).
Manometría esofágica
Se constituye en un estudio para examinar como se mueve el esófago cuando el paciente realiza la deglución (tragar alimentos) y así determinar si existe una patología de trastorno de motilidad del esófago, presencia y medición de hernia del hiato y permite determinar la medida excata donde se encuentra ubicado el esfínter esofágico inferior para luego realizar una correcta colocación de la sonda de phmetría.
“Estos procedimientos o exámenes se realizan en el Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas (IECED) y en EndoscopyNet, donde contamos con tecnología de punta para detectar estas afectaciones y evitar complicaciones a futuro ó enfermedades como el cáncer en el sistema digestivo”, añadió la Dra. Jessenia Ospina.
Tratamiento del reflujo
El tratamiento sugerido por los médicos especialistas, primero, gira en torno a la modificación de estilo de vida del paciente. Se recomienda bajar de peso, dejar de fumar, mejorar el hábito alimenticio en cantidades fraccionadas (con alimentos bajos en grasa) y que el paciente no se acueste inmediatamente después de comer.
En la parte farmacológica lo indicado es el tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP), que son los agentes antisecretores gástricos más potentes disponibles en la actualidad. Además, indicar PH-metría para diagnóstico y la endoscopía para determinar complicaciones del reflujo. Para el tratamiento “lo importante es diferenciar el síntoma predominante. Con este detalle, se aplicará el tratamiento específico y habrá una buena respuesta. Si el paciente es diagnosticado con esófago hipersensible, el tratamiento estará direccionado a la parte psicológica, por ejemplo”, indica la doctora Ospina.
En cuanto al ámbito quirúrgico, este tipo de tratamiento se indica para los pacientes que no responden a la etapa farmacológica, que tienen esofagitis severa, hernia hiatal, entre otras complicaciones. Sin embargo, se analizarán resultados de la manometría y la PH-metría e impedanciometría a la que el paciente deberá haberse sometido previamente para determinar este tipo de procedimiento.
El tratamiento específico que se determine como el indicado para cada paciente debe estar encaminado de acuerdo con el resultado de la PH-metría, al cuadro clínico predominante y a la respuesta positiva o no a el tratamiento con inhibidor de bomba de protones.
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