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Monseñor Caccia: Proteger a la familia es fundamental para garantizar el desarrollo social.

«Para demasiadas personas, satisfacer las necesidades básicas sigue siendo una lucha diaria»: parte de esta constatación el discurso de monseñor Gabriele Caccia en Nueva York, en la 62ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social de las Naciones Unidas, cuya tarea es apoyar políticas capaces de acelerar los progresos en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el alcance del objetivo general de la erradicación de la pobreza. Pero en su discurso hubo una segunda afirmación fundamental y es la importancia de la familia, «central para el desarrollo social, no accesoria ni tangencial, ni mucho menos nociva».

 

 

Para el desarrollo: educación, trabajo y salarios dignos

El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas destacó, asimismo, la obligación especial de la organización «hacia quienes son pobres y se encuentran en situaciones de vulnerabilidad», y el deber de «aliviar los efectos de la pobreza abordando primero sus causas profundas».

Monseñor Caccia indicó algunas intervenciones que deben promoverse para aumentar la protección social, como, por ejemplo, los sistemas de pensiones y, por tanto, la educación – que para el Papa Francisco, recuerda, es «el principal vehículo del desarrollo humano integral porque hace a los individuos libres y responsables» – y debe garantizarse a todos.

Además, una condición esencial para el desarrollo es «el acceso a un trabajo digno y con una remuneración justa para todos», trabajo que «debe realizarse en condiciones dignas y seguras» y debe permitir «a los trabajadores mantener y disfrutar de la vida familiar y del tiempo libre». Mons. Caccia señaló también que, por el contrario, hoy muchos jóvenes se enfrentan al desempleo o al subempleo, mientras que las personas mayores se ven obligadas a posponer la jubilación debido a la inseguridad económica.

 

 

La familia es central, a menudo menospreciada y denigrada

La familia es central para el desarrollo, afirmó el representante pontificio. Es, subrayó, «la primera sociedad que cada uno de nosotros conoce» y la Declaración Universal de Derechos Humanos la define como «el grupo natural y fundamental de la sociedad» y reconoce su «derecho a la protección por parte de la sociedad y del Estado». Sin embargo, en realidad esto no siempre sucede.

De ahí la contundente declaración del prelado: «Con ocasión del trigésimo aniversario del Año Internacional de la Familia, mi delegación está profundamente preocupada por el hecho de que la familia es cada vez más menospreciada o incluso denigrada en sedes internacionales». Y subrayó: ante el desarrollo social la familia «no es accesoria ni tangencial, ni mucho menos nociva».

Lugar de atención, escuela de humanidad

Monseñor Caccia citó al Papa Francisco según quien la familia es una escuela de humanidad más profunda», es «el primer lugar donde se viven y transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la unión y del compartir, de la atención y del cuidado por los demás. En la familia, continuó sus miembros, desde los más jóvenes hasta los mayores, encuentran apoyo y cuidados irremplazables. «Por esta razón – concluyó – las políticas sociales deben apoyar a la familia en su papel esencial para lograr la justicia social y el desarrollo social».

 

 

Fuente: Vatican News.

 

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