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Te invitamos a leer hasta el final estas bellas reflexiones en el Día Internacional de la Mujer.

En mi familia, el matriarcado ha sido una realidad palpable, marcada por la presencia femenina fuerte de mis abuelas y de mi madre y de mi tía, varias se enfrentaron al desafío de quedarse viudas muy pronto. Bajo este sistema, siempre me he sentido cómodo, pues con el tiempo he constatado que se prioriza a la persona sobre cualquier otra cosa.

El matriarcado trae consigo una serie de ventajas que han enriquecido nuestras vidas y relaciones. La sensibilidad y empatía femenina permiten que se preste una atención especial a los detalles y se promueva un ambiente de cuidado y comprensión.

La capacidad de las mujeres para velar por el bienestar de todos los miembros de la familia, así como para tomar decisiones equilibradas y consideradas, ha contribuido enormemente a mantener la armonía y la estabilidad en nuestro hogar.

Una ventaja del matriarcado es que ha sido más normal el perdonar, las equivocaciones y las cosas que a veces han salido mal son más fáciles de reparar. No sé si pase en todas las familias lo mismo, pero me parece que nuestro «matriarcado» nos ha protegido de grandes odios, rencores o divisiones. Lo negativo, que como en todas partes también hay, ha sido más fácil de reparar.

 

 

Llevar el matriarcado a la sociedad

Madres o no, su especialidad es saber «maternar», que en el sentido más amplio de la palabra es saber cuidar, proteger y sobre todo dar sentido y vida a todos.

El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales.

La inclusión de las mujeres en estos espacios no solo enriquece las discusiones y decisiones con perspectivas diversas, sino que también refleja un compromiso con la igualdad de género y la justicia social. Creo que hemos dado pasos certeros en ese campo.

Una sociedad moderna, democrática ha de reconocer a la mujer su derecho a tomar parte activa en la vida política, y ha de crear las condiciones favorables para que ejerciten ese derecho todas las que lo deseen”. El Papa Francisco, por su parte, ha recalcado en más de una ocasión el papel crucial que ocupan las mujeres en la vida civil, abogando por el reconocimiento pleno de sus derechos. (San Josemaría).

Hombre y mujer son iguales en Derechos, comparten el principio de dignidad humana, pero no lo son en absoluto desde una perspectiva biológica ni psicológica. Razonamos de manera diferente, nuestros cerebros gestionan la información de manera diferente y también manejamos las emociones de forma distinta. Si esto no se entiende, el conflicto y el enfrentamiento están asegurados.

Esta diversidad es esencial para sacar lo mejor de cada uno y evitar conflictos. Hace unos años comenzamos Razón y Emoción un grupo que se dedica a fomentar este feminismo positivo.

No podemos olvidar el papel de las mujeres anónimas, madres que trabajan largas horas, emprendedoras y madres. La feminidad no es un obstáculo para el éxito profesional, sino una fuerza que aporta humanidad a la vida. Las mujeres lideran sin renunciar a su esencia, priorizando siempre el respeto y la dignidad.

La Virgen María era más importante que los Apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor. (Papa Francisco).

En este Día de la Mujer, celebremos y reconozcamos la invaluable contribución de las mujeres en nuestras vidas y en el mundo entero. Que su legado inspire a futuras generaciones a valorar y respetar la diversidad, y a trabajar juntos por un futuro más justo y equitativo para todos.

 

 

Escrito por: P. Juan Carlos Vásconez.

 

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