Hay muchas cosas que mantenemos en silencio, nos las callamos y no hablamos, pero eso nos esclaviza. ¡Debemos buscar la libertad!
͏ ͏El silencio de lo que no hablamos ͏…
Desde que somos chicos respiramos con el tabú de lo que significa la muerte. Y a pesar de que es la única certeza que llevamos con nosotros desde nuestro nacimiento- la finitud – es el tema socialmente más desnaturalizado.
¿Y saben por qué creo que eso sucede? Porque cuando uno les pone palabras a las cosas, las cosas existen.
Las palabras nombran. Sacan a la luz, iluminan los temas, las emociones, las sensaciones y ayudan a que los miedos produzcan menos miedo. Por eso, en nuestra sociedad occidental la muerte, está llena de silencio.
A medida que crecemos ese silencio crece con nosotros porque efectivamente, la gente que conocemos y queremos va muriendo. Dejan este plano y a nosotros nos inunda el silencio.
Allí es donde nos confundimos porque pensamos que el silencio nos protege del miedo. Y yo, como médico, pero fundamentalmente como persona, descubrí que es precisamente al revés. Es cuando hablamos y ponemos palabras, que los miedos se reducen; o al menos se comparten, y vemos que somos muchos a los que nos pasa y por ende, pesan menos.
De la muerte hay que hablar. Y no de la muerte del otro, también de la propia. Poder decidir a qué nos queremos disponer en nuestros días finales, cómo, bajo qué regímenes. Dónde, de qué manera.
Porque como siempre digo, la gracia de vivir más es vivir bien, y no, sobrevivir. No confundamos. Es vivir hasta el último día de nuestras vidas.
Hablemos y rompamos el silencio
Por eso, mientras andamos ese camino, poder enfrentar los miedos nos abre la puerta a otras posibilidades: la primera, la mayor, es la de trabajar el desapego con aquel que se adelanta en nuestro camino. Poder transitar un duelo – una sensación tan humana y al mismo tiempo tan rehusada – en paz, respetando los propios tiempos. Dejando ir como antesala de lo que nosotros también dejamos a medida que crecemos. El duelo, es permanente está paso a paso, las pérdidas son parte de la vida, día a día en cada cosa que dejamos, pero no lo vemos, lo anulamos.
Como una persona que ve esto a diario, desde su rol de educador y como persona que lo enfrentó en su propia vida, puedo decir que parte del cambio de paradigma es también, el cambio en la mirada de los temas que nos circundan, aunque algunos resulten incomodos. Si en algún momento de la historia, las personas pudiéramos dejar de darle a la muerte una entidad tan profunda, y pudiéramos poner el acento en la vida vivida y en las experiencias que creamos día a día, entenderíamos este proceso con otra naturalidad.
Estamos en este mundo para vivir y tener experiencias que nos ayuden a aprender y a evolucionar como seres, como humanidad. Somos parte de la naturaleza, nada distinto a otro ser vivo que tiene un ciclo, pasa y evoluciona. Cambia la piel. Pero no teme por que el foco está puesto en vivir.
Escrito por: Dr. Diego Bernardini. Web: www.lasegundamitad.org
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