Compartimos algunas reflexiones cortas que nos enseñarán a vivir vidas largas y valorar nuestros cuerpos humanos.
Escritos cortos para vidas largas͏…
A veces cuando alguien intenta hablar de los cuerpos humanos se genera una reticencia. Una muralla se eleva, y el mensaje no llega. Porque los cuerpos son, de las cosas más personales que tenemos. Las emociones pueden ser sociales, compartidas, empáticas, etc. Pero los cuerpos no. Son únicos, particulares.
Sin embargo, es necesario hablar y ponerlo arriba del tapete porque un cuerpo no es solo un envase, y de los más seguro es que no es un envase vacío. Si no, todo lo contrario. Los cuerpos son nuestra casa, nuestro refugio y nuestra mayor posibilidad.
Es el que, de manera fáctica, nos deja seguir o nos hace parar. Cada pedazo de nuestro cuerpo físico fue en algún momento afectado por una decisión que tomamos o que no tomamos. La forma que tiene hoy, las enfermedades que tuvo ayer, el ADN que estaba en nuestro fuero íntimo familiar. Un cosmos propio mezcla de elección y azar. Eso somos y así es como aquí estamos.
Como el grueso de las cosas, esas que no dependen de nosotros no son cosas sobre las que podamos discutir demasiado. Pero si creo que en este momento de la vida es cuando más debemos sincerarnos con nosotros mismos y accionar.
Vidas largas
A veces, cuesta vernos como somos. Nos vemos como fuimos o no nos vemos, preferimos anularnos y seguir camino. Entonces, el cuerpo habla, duele, se rompe.
Nos pide atención, cuidados, mimos. Nos viene a recordar que sin él no podemos. A eso, muchos les llaman achaques de la edad, yo le llamo simplemente, llamados de atención. El cuerpo siempre es prioridad. Pero después de los 50 y hasta el último de nuestros días lo es más. No, no es superficial movernos. No es superficial ejercitar los músculos, acrecentarlos; esos músculos que nos ayudan en el equilibrio, el futuro caminar, la fuerza y la resistencia ante cualquier posible caída. Esos músculos que nos permiten andar, bailar, hacer. No, no es banal.
Tampoco lo es ir al médico, hacerse los estudios, seguir las indicaciones, elevar las defensas. Cuidar la piel por la que penetra nuestro sol y nuestro oxígeno. No es menor cuidar los movimientos, los esfuerzos, cada una de las partes externas así como las células internas.
Nuestro cuerpo es nuestra casa. Todo lo que por él penetra es nuestro alimento. Con chiste y todo, no estamos tan lejos de las plantas: necesitamos luz, agua y buen alimento. Pero a diferencia de lo que podemos ver de ellas a simple vista, también movernos. Y mucho. Todo lo que podamos y un poquito más. Porque moverse es vida muscular, celular y social.
No te quedes, no hay excusa. No te olvides que nosotros no somos nuestros padres. Y tampoco somos nuestra versión de 20 años. Somos lo que somos hoy, y con eso hay que amigarse y quererse.
Escrito por: Dr. Diego Bernardini. Blog: lasegundamitad.org
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