«Hoy no es ayer», es el título del nuevo artículo que nos comparte el nos comparte el Dr. Diego Bernardini.
El hoy no es ayer…
Anoche soñé con momentos de mi niñez y tuve un pensamiento fugaz y profundo al mismo tiempo: me di cuenta de que a medida que pasa el tiempo ya no recordamos igual, recordamos a fogonazos, de manera más abstracta. A pesar de tener progresivamente cada vez, más pasado, ese pasado se reduce permanentemente a pequeñísimos momentos que nos asaltan cuanto más indefensos estamos. En mi caso, el sueño.
Esto que podría ser un comentario lleno de nostalgia, en realidad es una pregunta con una respuesta -creería- que feliz. ¿Qué pasa con lo que vivimos y ya no está? Y más allá de que sí, vive adentro nuestro, y vuelve y seguirá volviendo, hay algo más: el pasado se torna color sepia porque lo que empieza a brillar cada vez con más fuerza es el tan preciado “hoy”.
Ninguno de nosotros piensa ya, tanto, en el lo que vendrá. Tampoco estamos atrapados en lo que fue – que ya es tanto que no hay lugar-.
Simplemente amanecemos y aquí estamos. En nuestro gran aquí y ahora. Y eso, que parece tan “nostálgico” (digo, el largo ayer, el dudoso mañana) esconde una verdad que tardamos en ver y al final, siempre estuvo ahí: el hoy siempre fue lo único que tuvimos, simplemente que la juventud a veces nos deja engañar la percepción y creer con fuerza en un devenir permanente de días.
Siempre fue “hoy” y siempre lo será. Por eso, en todos los procesos que encaremos tenemos que saber que todo es un paso a paso, día a día.
Ningún día está de más en el camino que estamos creando. Todos los días son la sumatoria de un aprendizaje, de una experiencia de una sensación.
Como digo a veces, no se trata de lo “que tomas” para estar mejor sino, de “cómo te tomas” las cosas. Y creo yo, cuando uno se ancla no solo al día presente, sino aún más profundo: a este único momento y esta única acción que estamos atravesando hoy, entendemos la profundidad y la implicancia de todo lo que hacemos y decimos.
No, no somos una sumatoria de días, ni de experiencias ni de años. No somos una sumatoria de nada. Somos un presente eterno, sin pretérito.
Somos esto que estamos siendo ahora. Por eso, nuestras decisiones y nuestras acciones son tan importantes. Por eso, la elección de ser y estar mejor es tan importante. Porque cualquier día, todos los días, son EL día para plantear un mejor hoy.
Después de los cincuenta, un mejor hoy es reafirmar la decisión personal de no trasladarle nuestro bienestar a nadie más que a nosotros que sabemos que nuestra vida vale y cuenta. Pero, sobre todo, vale y cuenta sentirse bien hasta el final de esta etapa.
Escrito por: Dr. Diego Bernardini. Blog: lasegundamitad.org
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