Nadie que no haya vivido esa experiencia puede comprender la profundidad del sentimiento sin embargo es necesario salir lo más pronto de ese momento y mantener el recuerdo con esperanza y mucha fe de que llegaran momentos mejores a nuestra vida.
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No existe un modelo de duelo, este espacio es singular y personal, en algunas intervenciones se habla de 3 años en el proceso, en otras se refiere al tiempo lógico de acuerdo al carácter de la persona que lleva el duelo convirtiéndose en un espacio de tiempo personal.
No mantiene un orden emocional preestablecido más bien irrumpen en el consciente con sentimiento de desesperanza y otras veces desde el inconsciente como un pensamiento sin estructura establecida, solo dolor, en algunas persona produce ansiedad, angustia, problemas para dormir, consumo excesivo de alcohol u otras sustancias. Para no sentir ese dolor tan profundo, y la insatisfacción del tiempo lo que no se vivió, lo que no hicimos, esa conversación que no mantuvimos y todo lo que quedo pendiente en proyectos de la vida, es recomendable que se busquen ayuda profesional para poder hacer ese momento mas comprensible por medio de un psicólogo o terapeuta familiar .
La desesperanza, el conflicto, la tristeza, la depresión, las expectativas que teníamos para ese hijo, son pensamientos que invaden al experimentar una pérdida. Ante eso debemos recordar con dulzura los momentos que sí completamos, momentos en los que fuimos un espacio de crecimiento y nos realizamos juntos, momentos singulares de logros y de cierres de procesos como por ejemplo, los procesos de enseñanza, del abrazo, del beso, de la palabra siempre oportuna, de ese hijo que el tiempo que estuvo fue pleno, bueno para los dos de enseñanzas de esperanzas, de aprendizajes como padres, de luchas, de éxitos, de logros de buenos recuerdos.
Si se tiene mas hijos pequeños es importante ver y depositar en ellos también esos pensamientos de expectativas de retos y mencionarlos para darnos cuenta que lo hubiéramos hecho con el hijo que murió, internamente nos ayudara a completar con ellos lo que no alcanzamos con el que ya partió, es una transferencia de ciclos y procesos de plenitud de los logros que se obtienen y nos ayudara a comprender que estamos transitando el camino de esperanza en nuestros otros hijos sabiendo que también lo hubiéramos hecho con ellos.
Es un proceso que nos cambia es un proceso que nos trasciende, nos marca un antes y un después, es que hacer con el después, de qué forma me sostengo, quien comprende este dolor. Es bueno que tratemos de buscar grupos de autoayuda o personas que hayan vivido ya esta pérdida, que ellos con su testimonio nos expliquen y ayuden a sostener este duelo, al final ellos ya lo han hecho de alguna manera, ya que están aquí, nadie mejor que ellos para entender lo que estamos viviendo.
Es fundamental entender que el dolor lo procesa mejor el tiempo, es importante comprender que algunos casos se puede pensar que el alcohol me va a ayudar, esto no va a favorecer el duelo, ya que al ser un depresor del sistema nervioso central lo único que va a producir es más melancolía, sentimiento de culpa y pérdida, lo cual es muy peligroso en esos momentos de vulnerabilidad emocional.
Puede favorecernos también algún tipo de actividad que nos saque del pensamiento fijo de dolor, es recomendable realizar alguna actividad nueva que implique concentración de aprendizaje, algún deporte nuevo, salir del espacio físico y mental de pensamiento repetido.
Guardar objetos o espacios en la casa de santuarios de dolor no favorece al duelo ya que lo reedita permanentemente sin cerrar el mismo, puede estar un tiempo estos objetos o espacios, sin embargo es recomendable retirar, ya que el proceso es irreversible y el hijo no va a volver, no necesitará ese artículo, o espacio físico .
Recuerde sus cumpleaños y fechas especiales como navidad, año nuevo con dulzura esperanza satisfacción de lo que vivió, acepte lo que siente vea por sus otros hijos o familiares, realice actividades benéficas de servicio o labor social a favor de otros seres que lo necesitan, apadrine en un adulto mayor en un asilo, este sentimiento nos dará otra perspectiva de la vida ya en sus finales, gratitud de lo que tenemos y vivimos, siempre vamos a encontrar espacios afectivos en personas necesitadas y podemos realizar en ellos transferencia en memoria como servicio de esperanza, preguntarse cómo se sentiría nuestro hijo o hija con lo que estamos haciendo que diría el de esto, es una buena forma de vivir un duelo.
Psi. Cl. Antonio Rimassa Chiriboga./ Hospital de Salud Mental
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