La Premio Nobel, Gabriela Mistral, en un bello poema, lleno de ternura, titulado: Sólo sé cómo se llama, nos comparte la experiencia cordial de su conocimiento de Jesús:
Que si nació hoy, que si nació ayer, que si nació aquí, que si nació allá.
Que si murió a los 33, que si murió a los 36.
Que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos.
Que si tenía hermanos, que si no tenía.
Que dónde está, que cuándo vuelve.
Yo, lo único que sé es que…
A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y a agradecer por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir.
Me enseñó a despertarme agradecido y a acostarme con la cabeza tranquila.
A caminar muy lento y sin preocupaciones.
Me enseñó a abrazar al que me necesita.
Me enseñó mucho, me enseñó todo.
Me enseñó a quererme con ganas.
A querer a quien está al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando
en lo cotidiano, en lo sencillo,
a manera de mensajes
y que, para escucharlo,
tengo que tener abierto el corazón.
Me enseñó que un “gracias” o un “perdón“ lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama
a través de lo que yo amo a mi familia.
Me enseñó que los milagros si existen.
Me enseñó que si yo no perdono, soy yo el que se queda prisionero, y para perdonar primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre
se recibe bien por bien,
pero que actúe bien a pesar de todo.
Me enseñó a confiar en mí
y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo adentro y no afuera.
Me dejó que me aleje, sin enojarse;
que salga a conocer la vida;
a equivocarme y a aprender.
Y me siguió queriendo, cuidando y esperando.
Me enseñó que sólo vengo por un tiempo,
y sólo ocupo un lugar pequeño.
Y me pidió que sea feliz
y viva en paz,
que me esfuerce cada día en ser mejor
y en compartir Su luz conociendo mi sombra, que disfrute, que goce, que ría, que llore y que valore, que Él SIEMPRE va a estar conmigo…que aunque dude y tenga miedo, confíe,
ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
Gracias, Jesús, por estar en mi vida y enseñarme a vivirla.
Celebro que llegó a mi vida y que, si se lo permito, ¡vuelve a nacer en mi corazón!
Gabriela Mistral
SÓLO SÉ QUE SE LLAMA *JESÚS❤️