A los 30 años, el norteamericano Christopher Catrambone ya era dueño de una cuenta bancaria con más de 10 millones de dólares. Dueño de una empresa que trabaja con inteligencia y seguros en áreas de conflicto, él paseaba con su esposa en el bellísimo Mar Mediterráneo, en los alrededores de la Isla de Malta, cuando su vida y la de miles de desconocidos cambió.
En el agua, flotaba un chaleco salvavidas y al preguntar al conductor del yate, un trabajador local, qué era eso, se topó con una cuestión que, hasta el momento, ignoraba: las miles de personas que salen de África y Oriente Medio todos los años rumbo a Europa y sufren en el mar.
El paseo en el yate continuó, pero Catrambone ya no era el mismo. Sorprendido al confrontarse con esa realidad, fue tras el asunto y decidió usar la mitad de sus riquezas para crear MOAS (Migrant Offshore Aid Station), una organización no gubernamental que ofrece rescate y cuidados a esos refugiados, para evitar que se ahoguen y mueran.
El primer paso fue comprar un antiguo buque de la marina norteamericana, barcos inflables y drones. Con la ayuda de una tripulación de voluntarios, especialistas en seguridad y médicos, lograron salvar alrededor de 3.000 personas sólo en los primeros meses de operación, en 2014.
“Si usted está en contra de salvar vidas en el mar, entonces usted es un intolerante y no pertenece a nuestra comunidad. Si usted permite que su vecino muera en su jardín, entonces usted es responsable de su muerte”, afirmó Catrambone al Daily Mail.
El empresario, su esposa y su hija pasan el verano y buena parte de la primavera ayudando en las operaciones de rescate. En cada misión, el buque de MOAS es informado sobre la presencia de una embarcación clandestina en peligro. Usando los drones, ellos verifican la situación y proceden al rescate.
Los barcos inflables, con botellas de agua y chalecos salvavidas, son enviados a los refugiados, que entonces se resguardan en el barco. Todos los pasajeros son examinados por los voluntarios de Médicos sin Fronteras. Una vez hecho esto, los inmigrantes son entregados a las autoridades gubernamentales, que autorizan su entrada al país.
A diferencia de lo que algunas personas piensan, el MOAS no tiene la intención de funcionar como un ferry hasta Europa, sino de salvar vidas desesperadas, que huyen de la guerra y de la situaciones extremamente opresoras.
“Usted quiere saber, si un día yo me quedo pobre y voy a parar a la calle, que así sea. Pero nosotros hacemos esto. Y yo estoy orgulloso de eso. No me arrepiento de nada”, finalizó el empresario.
Catrambone podría estar disfrutando de champagne en su yate y aprovechando el sol de Malta, tranquilo, pero decidió lanzarse a una situación complicadísima que es la cuestión de la inmigración en Europa. Es escalofriante. Pero a pesar de su fortuna, las operaciones de rescate cuestan muy caro y MOAS está abierta a donativos para dar continuidad a ese trabajo increíble.
Vía Aleteia