Ya no toca «hacer de padre o madre»: empieza una nueva etapa en la que a muchos abuelos primerizos les cuesta encontrar su lugar.
Cuando a unos abuelos les nace el primer nieto deben obedecer el primer precepto básico durante los primeros meses en estos casos: no ser agobiantes. Y, en esta dirección, darse cuenta de que los padres son los primeros responsables. Los padres deben tomar las iniciativas y ya se ocuparán de hacer consultas, de solicitar ayuda, de informar puntualmente de todo lo que sea necesario a los abuelos.
No es fácil, pues los abuelos primerizos experimentan tal fascinación ante su nieto o nieta (textualmente se les cae la baba) que quedan desbordados de curiosidad y ganas de ver al bebé. Hay que seguir este otro criterio: esperar a recibir las demandas.
Sin embargo, si hay una tarea implícita que los abuelos pueden hacer es la siguiente: rezar por sus hijos (y la nuera o el yerno) y, por supuesto, por el nieto. Y esta oración tiene un punto claro: la evangelización del niño. Lo primero de todo: ¿cuándo va a ser bautizado?
Se me responderá: «¿Pero es que los padres del bebé son levemente cristianos y no practican, no van a misa los domingos?». No pasa nada: los padres fueron bautizados en su día y verán con buenos ojos este bautizo.
Cómo promover el bautizo si hemos dicho que no hay que agobiar: insisto, hay que hacerlo con gracia, delicadeza y mucha oración. Dar por sentado que el bautizo es necesario y, cuando menos, no hace daño a nadie.
Y además este bautizo debe ser temprano, no más allá de dos meses y discreto, a él deben concurrir las dos familias solamente y quizá la del padrino o madrina. Suficientemente estresada es la crianza en los primeros meses, sobre todo para la madre, como para organizar un convite por todo lo alto que a menudo se convierte en una ostentación.
Lo importante es el sacramento y conseguir que todos se impregnen de lo que significa convertirse en hijo de Dios. Ahí, un sacerdote amigo y pedagógico es muy interesante.
Nuera o hija estresada
Hemos mencionado el estrés de la madre. A la madre le ha cambiado la vida por completo, también al padre, pero a la madre sobre todo si amamanta al niño. Entonces los horarios van manga por hombro.
El papel de los abuelos es darle paz al matrimonio o pareja, lograr que tengan paciencia con el niño, que lo mire como un ser desvalido que necesita atenciones constantes. Si todo se hace bien, si se orienta bien el apego seguro, si se rodea al niño de calor y muchas palabras amables (pues el lenguaje se aprende desde el nacimiento), el bebé alcanzará progresivamente una mayor autonomía en sueño, en higiene, en nutrición que facilitará las cosas.
Lo peor es la impaciencia de la madre, su obcecación y, ya en un extremo, un cierto rechazo como signo de un principio de depresión posparto. Pero eso sucede pocas veces. Los abuelos deben animar, calmar confortar a los padres, hacer algún regalo muy razonable (un juguete pediátricamente contrastado), acompañar al médico, pero nunca entrometerse criticando o despreciando.
Y, ya con dos o tres meses, acoger al niño en casa porque los padres querrán salir a despejarse. Entonces deben obedecer a las rutinas de los padres y, lógicamente, darle mucha paz al bebé o a la bebé.
Para cuando crezca
Otro tema es la escuela infantil: para cuando la madre regrese al trabajo, hay que tener la mejor solución para escolarizar al niño.
No me gusta la palabra escolarizar a estas edades. Lo mejor es alcanzar un arreglo: quizá organizarse con otras o dos o tres familias con bebés, y lograr una cuidadora para que atienda a cuatro niños en alguna de las casas de estas cuatro familias. En un escuela-nido corre el riesgo de ser poco atendido porque hay muchísimos niños. Y toda la inversión en apego, cuidado, cercanía se tira por la borda.
Los padres deben mirar a largo plazo. Y los abuelos también. Pero como estamos hablando con los abuelos el ideal será acomodar la casa para cuando los padres dejen al niño y seguir rezando.
Creo que uno de los papeles de los abuelos es, además de disfrutar mucho de su nieto… es, prosigo, apostar por la salvación de su alma y eso exige rezar y planificar cosas como el colegio y la primera comunión.
«¿Pero si queda mucho tiempo para eso?» Pues bien, la respuesta es rezar y esperar, tras el bautizo, para ofrecer alguna idea de colegio. Un colegio cristiano y, esta es mi propuesta, pequeño, cerca de casa y muy familiar. No es fácil, pero es un criterio que si se cumple facilita mucho las cosas.
Recapitulo, no hay que ser agobiantes, pero hay cosas muy importantes que sutilmente hay que afrontar. Y si los hijos no lo ven, pues hay que esperar y rezar. No se les puede forzar. Sería contraproducente.
Con tres años se puede caer en el extremo contrario: no son los abuelos los que agobian a los hijos con el nieto, sino que son los hijos quienes agobian a los abuelos delegando demasiado en estos mismos abuelos el cuidado del nieto.
Ahí los abuelos se han de plantar, salvo extrema necesidad. La madre y el padre han de ser responsables y cambiar de modo de vida. Y entender que ya no son unos novios que salen y entran, sino que son unos padres dedicados.
Puede que muchos de estos consejos sean superfluos, pero también puede ser que sean relevantes. Cada familia sabe: los hijos y los abuelos deben hablar sosegadamente de estos temas. Pero casi siempre la iniciativa la llevan los padres.
Escrito por: Ignasi de Bofarull, vía Aleteia.
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