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Seguro has oído que la mejor manera de aprender un idioma es empezando desde muy pequeño.

A menudo en mi salón de clases escucho “desearía haber empezado antes”, “si tan sólo hubiera aprovechado mi niñez”. Esto sucede a veces cuando mis estudiantes intentan desahogar la frustración que les trae estudiar inglés. Después de todo, se cree que durante la niñez es el mejor momento para aprender una segunda lengua debido a las habilidades que se posee en esa etapa.

El hecho de que este proceso pueda ser un poco difícil para los adultos, está conectado a diferentes factores ajenos a la edad, entre ellos el trabajo, la familia o la personalidad. Además, está comprobado que la única ventaja que tienen los niños en comparación a los adultos es en aspectos de pronunciación.

Inclusive, particularmente en etapas iniciales, el adulto en poco tiempo desarrolla habilidades que pueden ser suficientes para satisfacer sus necesidades que, en la mayoría de los casos, va más allá de tener una perfecta pronunciación.

La ventaja de ser adulto

A la hora de aprender una lengua extranjera, la edad es solo un aspecto –que no podemos controlar– sobre el que debemos enfocarnos, más bien, trabajemos sobre los que sí tenemos poder.

1. Aptitud: Luego de haber aprendido español en su totalidad, es imposible decir que no poseemos aptitud para aprender un idioma. Como adultos, conocemos que es un verbo, un sustantivo, un tiempo gramatical, una idea principal. Esto indiscutiblemente ayuda al adulto a progresar a paso más avanzado que un niño.
2. Somos críticos: Los adultos identifican y memorizan nuevos sonidos, deducen reglas gramaticales y recuerdan nuevas palabras. A diferencia de un niño que comunica ideas básicas, quien, a pesar de haber estudiado el idioma por mucho tiempo, no podrá argumentar, debatir, justificar o persuadir como alguien mayor.
3. Motivación: Muchos niños estudian inglés por elección de sus padres o por cumplir un pensum académico. Generalmente los adultos lo hacen por decisión propia, por lo que es importante explorar la razón por la que se quiere hablar inglés, de forma que sirva como impulso durante el proceso de aprendizaje.
4. Cumplir objetivos personales: Saber qué se quiere y cómo, permite elegir material extra en base a las necesidades que se tiene e incluso a hacer requerimientos más específicos a los maestros. De igual forma, al tener una personalidad definida, los errores cometidos difícilmente ocasionarán vergüenza, ayudando a experimentar el idioma de maneras distintas sin miedo a fallar.
5. Hábitos de estudios: A esta altura el adulto tiene dominada la técnica de aprendizaje que le resulta efectiva, ya sea visual, auditiva o kinestésica; si prefiere estudiar solo o en grupo. Mientras mejor se entiendan las preferencias y hábitos, más fácil será aprender inglés con éxito. Saber cuál es el mejor momento del día o reconocer señales de cansancio también es muy útil.

Como vemos, nunca es tarde para aprender un idioma, y hacerlo en la adultez puede presentar más ventajas que desventajas. Esto ayuda establecer metas a corto plazo, ya que al cumplirlas se permite monitorear el progreso y nos asegura que la motivación nunca se pierda. Tengamos en cuenta el viejo y sabio refrán que dice: la práctica hace al maestro y ¡arriesguémonos!

Por José Miguel Campuzano
Máster en enseñanza de inglés para hablantes de otros idiomas.

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