Tenemos una pregunta y varias respuestas para ti: ¿Por qué amamos más a otros antes que a uno mismo? Lee y comparte.
Esta es una realidad que se repite en los consultorios de los psicólogos, y los que recibimos adolescentes aún más, pero en general, frente a la pregunta ¿por qué ama usted a su mamá, papá o amigos?, la respuesta es muy rápida y llena de buenos adjetivos, se observa en la mirada de los pacientes una emoción y satisfacción, pero si le hacemos la misma pregunta en relación a sí mismos: ¿por qué se ama a usted mismo?, aparece una cara de sorpresa y confusión como cuestionándose si en efecto se aman a si mismos, luego cuando salen del transe de esta pregunta tan extraña para ellos, intentan responderla, entonces se traban, enmudecen, se ríen, y no logran dar una respuesta fluida de las razones por las que se aman.
¿Por qué sucede esto?, ¿por qué somos más duros en valorarnos a nosotros mismos? Decir soy una buena persona, soy creativo, inteligente, etc., reconocer que me amo y por qué me amo es casi un idioma desconocido.
Pero ¿dónde aprendemos a amarnos a nosotros mismos y a valorarnos?
En primer lugar: en la familia, principalmente por medio de los padres, hermanos, abuelos, tíos, y otros parientes a quienes escuchamos decir cosas positivas o negativas de nosotros durante nuestra niñez. Frases como “que bien lo hiciste”, así como “eres un vago”, “deberías tener vergüenza”, “eres peor que tu padre”, entre tantas otras, son muy comunes en las familias, y estos calificativos van dando forma al auto concepto del niño. No hay otra manera de saber cómo soy y si soy valioso o no, sino es atreves del otro.
Según un estudio realizado en adolescentes atendidos por en el Centro de Salud Mental del hospital Roberto del Rio en Santiago de Chile, publicado por el Instituto Nacional de psiquiatría Ramon de la Fuente Muñiz, se evidenció la relación de la autoestima y la familia, “Se observa que “durante los primeros años de vida la calidad de las relaciones que el niño establece con las personas que lo cuidan define la confianza básica que este tendrá consigo mismo y con otros”. Fuente: http://revistasaludmental.mx/index.php/salud_mental/article/view/596/596
Entonces cuando tenemos un niño con autoestima baja, inseguro o muy temeroso, es un niño que no ha tenido una mejor manera de evaluarse. Por eso los adultos debemos cuidar lo que afirmamos o cómo describimos a un niño o joven en general, ya que en esos primeros años de vida se esculpirá su sentido de valor propio, llamado también autoestima.
Reforzar la autoestima
Por ejemplo: no se recomienda usar adverbios como SIEMPRE o NUNCA. No es lo mismo decir “nunca estudias” a decir “en esta lección te fue mal, ¿no estudiaste?”, Siempre o nunca no dejan la posibilidad de que el niño puede mejorar, intentarlo, cambiar, saber que es capaz de hacerlo diferente.
También usar frases que apuntan al ser no son apropiadas y dañan el sentido de valor de uno mismo, como “eres malcriado”, a diferencia de decir “tú conducta hoy no fue educada…”, en la primera apuntamos al ser, el niño entiende que él es malcriado, son frases que llamo yo de cadena perpetua, la persona puede pasar toda la vida creyendo esto, se quedará guardado en el inconsciente como una sentencia eterna. En la segunda estamos hablando de conductas y estas siempre se pueden modificar, es decir el niño tiene la capacidad y puede hacerlo mejor si quiere.
Creo que el ejemplo ideal de cómo reforzar una buena autoestima es cuando enseñamos a los niños a andar en bicicleta. Al principio, el niño se cae, se levanta y se vuelve caer, puede llorar y querer renunciar porque a nadie le gusta caerse, ni sufrir, pero uno como padre le dice “tú puedes, vamos otra vez”, es decir le trasmitimos que, aunque es difícil y se está cayendo ahora, el sí puede, eso es trasmitir confianza en su capacidad de lograr lo que se proponga.
Importante
Los adultos debemos ser responsables de las frases que usamos con nuestros niños y el impacto que estas tienen en su concepto de sí mismos, de su valor y de quienes son.
Debemos trasmitir a nuestros niños que sí son capaces de conquistar obstáculos y resolver los problemas de la vida, fomentando en ellos un diálogo interior positivo.
Aprendamos a usar más frases como: “tú puedes hacerlo mejor la próximas vez”, “inténtalo de nuevo”, “eres muy bueno para las matemáticas, dibujas muy bien, etc.”. Estas son las frases que necesita el niño, para que pueda saber qué es lo que si hace bien y cuáles son sus fortalezas.
Finalmente respetemos las diferencias entre las personas, y las diferentes capacidades y aptitudes que tienen, enséñenosles a ponerse metas realizables y a valorar los logros alcanzados.
Una autoestima positiva da seguridad y determinación a la persona, permite creer y confiar en uno mismo, en nuestras capacidades, es esa voz que nos dice “yo valgo, yo puedo”, esto nos impulsa a cumplir nuestros sueños, resolver problemas, imaginar soluciones, saber que es posible salir de los momentos difíciles y creer que uno al igual que los demás, es valioso y merece ser feliz.
Escrito por: Mgs. Vanessa Elizalde Jalil, Psicóloga Clínica Adolescencia y Adulto joven. Representante ANDI ONG Internacional.
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