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A “amar” se aprende eligiendo un buen maestro. ¿Quién es el mejor Maestro del Amor? Cristo es la fuente inagotable del amor verdadero; y, por tanto, el mejor Maestro del Amor.

¿Cómo es el amor de Cristo por la Iglesia?

Es un amor esponsal: “Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por Ella” (Ef. 5, 25). Es un amor que busca la plenitud, el mayor bien. Cristo se entregó a la Iglesia para santificarla, para hacerla bella, fecunda (Cfr. Ef. 5, 26-27). Él siempre se ha desvivido por la Iglesia, demostrándole el mayor amor que jamás se ha podido concebir. Es un amor indisoluble, fiel, total, sin medida, fecundo… El amor de Cristo es, principalmente, un amor redentor. La Redención es opuesto al poder de la muerte: la infidelidad, el odio, el rencor. El amor de los esposos está llamado a ser, también, un amor redentor:

Los esposos han de aprender de Cristo Crucificado a amarse el uno al otro. Que el esposo y la esposa se arrodillen delante del crucificado y se pregunten a sí mismo si se han amado bastante, si se han soportado bastante, si se han entregado bastante, y si se han perdonado bastante. Oirán solamente unas palabras de labios del Crucificado: Un nuevo mandamiento os doy: que os améis el uno al otro como Yo os he amado (Carta Pastoral de los Arzobispos y Obispos de Irlanda, 1969). El amor conyugal solo encuentra en Cristo su fuente más profunda.

 ¿De qué depende la hermosura de cada matrimonio?

La hermosura de cada matrimonio dependerá de la cercanía y fidelidad a Cristo-Esposo. Él quiere que cada matrimonio brille, que alcance su plenitud, que se luzca, que sea fecundo. Los esposos están llamados a amar con un amor nuevo, con el que se manifiesta Cristo. Un amor cuya plenitud hemos y seguimos recibiendo.

El matrimonio es camino de perfección humana y cristiana. Es un camino exigente, pero posible. La convivencia con el cónyuge exige −muchas veces− sacrificios, renuncias, pulir los defectos, ejercitar las virtudes. Todo esto purifica, limpia, logra un crecimiento en el amor y produce una felicidad verdadera. El amor conyugal, en Cristo, tiene la capacidad de trasformar lo dificultoso en ligero, las tinieblas en luz, las dificultades en ventajas, lo amargo en dulce, la debilidad en fortaleza… Los esposos están llamados a beber, una y otra vez, de la fuente del Amor que es Cristo.

 

Para pensar:

  • ¿Cuánto se parece mi manera de amar a mi cónyuge a la manera de amar de Cristo?

 

Por Katherine Zambrano Yaguana, Ph.D.
Universidad de Navarra.

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