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El amor hacia nuestras metas debe ser firme, sin dobleces y yendo siempre hacia delante, solo así podremos alcanzarlos.

Amor hacia nuestras metas… Sin duda, los seres humanos estamos en constante cambio. La evolución hace parte del mundo y de nuestras vidas. ¿Y qué sería de nuestro crecimiento personal sin metas? Tal vez, no tendríamos un rumbo, tal vez haríamos muchas cosas y no cerraríamos ninguna. Y es que precisamente las metas se convierten en un mapa de ruta que aporta a nuestra plenitud. Es muy importante tener claro la diferencia entre una meta y un objetivo.

Una meta es aquel lugar a donde queremos llegar, o algo que queremos alcanzar. Mientras que los objetivos, son esos pasos que damos para llegar a esa meta. Los objetivos nos permiten medir que tan cerca estamos de alcanzar eso que deseamos.

 

 

El proceso para alcanzar nuestras metas

Es muy valioso iniciar un proceso de autoconocimiento, que nos permita encontrar nuestras propias metas y no sean solo anhelos de un estado que vemos en alguien más. Si vamos por la meta de alguien más, o si queremos tener exactamente el mismo resultado de otra persona, seguramente nos vamos a desilusionar, ya que las metas tienen su identidad a cada persona lo mueven distintos estímulos de ahí que el autoconocimiento nos ayuda a definir qué queremos más claramente.

Cuando iniciamos un camino de crecimiento entendemos que somos responsables de nuestras vidas y que nuestra evolución depende de nuestras conductas y no, de lo que otras personas hagan o digan.

Encontrar la coherencia entre lo que deseamos y lo que hacemos nos hace sentir muy bien, puesto que estamos siendo fieles a nuestra esencia. Y aunque en la vida pasan muchas cosas y no todo podemos controlarlo tener metas propias nos lleva a la acción y en ese camino encontramos esa sabiduría que nos ayuda a establecer la diferencia entre lo que debemos soltar y lo que si depende de nosotros mismos.

Amar el proceso y avanzar

Teniendo en cuenta lo anterior, es muy claro que amar el proceso que nos conduce a la meta es muy significativo. Cuando entendemos que nuestro bienestar está en nuestras manos y que depende del compromiso que ahí depositamos, nos mantenemos más firmes para encaminarnos al logro. Y cuando se habla de logro no solo se habla del resultado final, sino de la persona en la que nos convertimos al comprometernos con nuestro proceso. Es ahí donde descubrimos nuestra disciplina, resiliencia, solución de conflictos, creatividad, amor y muchas otras cosas más. Y eso es lo que activa el placer de vivir, lo que nos permite ser conscientes de qué estamos hechos y lo que nos mueve a desear crecer aun más.

Una meta personal aporta significativamente a nivel personal pero también genera un impacto tanto en las personas que amamos, como en personas que nos ven ya que podemos ser un punto de referencia y de inspiración. Así que el crecimiento de una persona es el crecimiento de una familia, de una comunidad y a su vez de una sociedad. Atrévete a concerté, atrévete a ser fiel a tus metas, atrévete a ser el protagonista de tu vida.

 

 

Escrito por: Carol Obando, Directora Centro Internacional de PNL, Coaching y Psicología.

 

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