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El padre tiene un importante papel que desempeñar desde que nacen sus hijos. “Es una figura que amplía las experiencias afectivas de los niños y la construcción de representaciones de sí mismo»

Así lo explica el equipo de trabajo del Programa de Intervención en Vínculos Tempranos de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado en Chile. ¿Cómo se puede desarrollar el apego paterno? ¿Cuál es su trascendencia?

El apego es lo que permite a las personas, cuando nacen, aferrarse a una o más figuras principales de cuidado. De alguna manera, mantiene a salvo a los niños de los peligros cuando son muy vulnerables e incapaces de vivir sin los cuidados de sus padres.

“Los vínculos de apego nos permiten sentirnos seguros y, en ese sentido, los cuidadores principales regulan el afecto de los niños/as y permiten su desarrollo emocional. Una de las grandes conclusiones de los estudios en apego es que, cuando estos vínculos no son seguros, siempre se traducen en dificultades emocionales en la adultez”, comentan las psicólogas María José Cabrera, Julieta Cerda, Francisca Contardi, Andrea Oksenberg, Francisca Pérez y Javiera Navarro, que forman parte del Programa de Intervención en Vínculos Tempranos (PIVT) de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado.

Rol hombre-padre

En un contexto en el cual el rol del hombre-padre dentro del hogar ha ido tomando mayor relevancia, ¿cuál es su papel en la formación de los hijos desde su nacimiento y durante sus primeros años?

Estas profesionales, que trabajan en conjunto para atender diversos pacientes, destacan el apego paterno. “Si bien históricamente la madre ha sido considerada la principal cuidadora y figura de apego, sabemos que el padre puede jugar un rol fundamental en el desarrollo de su hijo/a desde etapas muy tempranas. Incluso, algunos investigadores han mostrado que puede ser desde la gestación. El padre es una figura que ofrece un modelo alternativo de vinculación y socialización al niño/a, lo que amplía sus experiencias afectivas y la construcción de representaciones de sí mismo, los demás, las relaciones y el mundo”, explican.

¿Hay diferencias entre el apego de la madre y el del padre?

Sí las hay, ya que cada uno tiene su propia historia vincular, la que se manifiesta en un estilo de apego particular que va a influir en el tipo de vínculo que cada uno forme con su hijo/a. Es así como puede darse que la madre tenga un estilo de apego seguro y el padre, uno inseguro evitativo o viceversa, lo que se manifestará en la relación actual con el niño/a. Es relevante señalar que esto no está dado por el género de los progenitores, lo mismo pasaría si fuesen dos madres, dos padres o una madre y una abuela criando.

¿Cómo se construye el apego paterno?

A partir de experiencias compartidas, de momentos de encuentro y desencuentro en la cotidianidad, donde padre e hijo/a tengan la posibilidad de irse conociendo y aprendiendo a leer sus respectivas señales. Es importante que el padre esté disponible afectivamente para las necesidades de su hijo/a y pueda responder a ellas, en el entendido de que no siempre sus respuestas serán efectivas. Sin embargo, la posibilidad de equivocarse lleva implícita la probabilidad de reparar, lo que sin duda es parte del desarrollo de este vínculo particular.

¿Hay diferencias si el niño (a) es hombre o mujer?

Si bien los recién nacidos, independiente de su sexo biológico, llegan al mundo con necesidades similares, socialmente hemos ido construyendo modelos de crianza diferenciados por género, ya que atribuimos características particulares a lo masculino y lo femenino. Estos estereotipos han sido cuestionados y hoy las posibilidades de construcción de género son mucho más amplias y diversas. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que las representaciones de género que tengan madres y padres van a influir en su forma de vincularse y de socializar con sus hijos/as, a quienes muchas veces desde el embarazo se les atribuyen ciertas características específicas de un género u otro.

Preparar el desapego

Un niño bien apegado a su padre, explican las psicólogas, recurrirá a él en momentos en los que necesite sentirse protegido, consolado y cobijado. Por el contrario, aquel que no está bien apegado, preferirá buscar a otra persona antes.

¿Cómo se pueden reparar los vínculos padre-hijo (a) si no se hizo un buen apego en esta etapa de la infancia?

– Tener un vínculo seguro con alguien implica confiar en que esté ahí cuando se lo necesite. Si el padre ha estado ausente durante las primeras etapas de la vida de su hijo/a, esto puede repararse. Para la construcción de un vínculo es fundamental que el padre esté motivado, disponible para su hijo/a y sea constante. Los/as niños/as de a poco irán incorporando a esta “nueva” figura, en la medida en que sientan esa motivación, disponibilidad y constancia. Nuestro trabajo en el programa de vínculos tempranos de la Universidad Alberto Hurtado busca enmendar patrones de “apego descarrilado”, poder sostener y reparar esas relaciones que, por diversas razones, han sido más difíciles en un comienzo.

¿El apego se desarrolla solo en esta edad o es un proceso que debe continuar?

– Si bien en los primeros años se sientan las bases para el apego, este no es estático y puede cambiar de acuerdo a las características del vínculo. En ocasiones, los vínculos se pueden ver afectados por distintas circunstancias que influyen en la disponibilidad de los cuidadores (estrés, conflicto conyugal, cesantía, entre otros). Seguimos teniendo figuras de apego a lo largo de nuestras vidas y, en menor medida, continuamos requiriendo de ellas para regularnos emocionalmente. Es muy común que casi todos tengamos la necesidad de poder contactarnos con una de estas figuras luego de una situación altamente estresante. Es muy claro ver esto en cómo necesitamos llamar a las personas que queremos después, por ejemplo, de un terremoto o de otra catástrofe. Lo primero que deseamos hacer es ir hacia nuestras figuras de apego.

Cómo desarrollar el apego paterno

  • Acompañar a la madre durante la gestación a los controles prenatales.
  • Darse el espacio y el tiempo para fantasear con su hijo/a por nacer, con su paternidad y con la coparentalidad desde el embarazo.
  • Planificar con tiempo el permiso de postnatal.
  • Participar en el parto, acompañando a la pareja y recibiendo a su hijo/a.
  • Involucrarse activamente en las tareas de crianza desde el nacimiento, a pesar de sentir que no se tiene experiencia y que la mujer lo hace mejor.
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