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La doctora Claudia Escorcia estuvo Casa Grande brindando herramientas y enseñando prácticas recomendadas para que los padres adquieran un papel más activo en la atención temprana de sus hijos.

Claudia Escorcia es doctora en Psicología y Ciencias de la salud por la Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia. Desde hace más de 33 años trabaja con niños con discapacidades, y desde el 2007 empezó a trabajar en la creación de un proyecto de atención temprana para esta misma institución.

En el mes de junio, dirigió el curso ‘Nuevos paradigmas en atención temprana: hacia la construcción de entornos competentes’ en la Universidad Casa Grande, un taller para compartir y construir saberes. Revista Vive! conversó con ella y, en este espacio, comentó su experiencia y explicó la importancia de un mayor involucramiento tanto de padres como de instituciones.

¿Qué oportunidades brinda la atención temprana para los niños y niñas? ¿Desde qué edad se recomienda iniciarla?

La atención temprana lo que buscan es proporcionar apoyo a los niños y a las familias para que ellos puedan mejorar sus competencias y puedan adquirir habilidades que les permitan relacionarse, actuar, participar y ser un miembro más de cualquier comunidad. Iniciarla cuanto antes, es mejor: entre los 0 y 6 años, edad en la cual hay mayor plasticidad neuronal.

Cuando realizamos acciones y emprendemos actividades, lo que estamos haciendo es ayudar a que ellos creen conexiones neuronales que les permita mejorar sus condiciones de salud y, por tanto, de funcionamiento.

¿Cuál es el papel de los padres de familia y de las instituciones educativas en este sentido?

El rol de los padres es fundamental, porque los padres son las personas con quienes primero interactúan, y son a los que los niños imitan, sus modelos a seguir. Si un padre toma un papel activo en la manera de trabajar con su hijo, si interactúa usando patrones más efectivos, si toma conciencia y comprensión de sus intereses, centrándose más en las capacidades que en las discapacidades, entonces podrá ofrecer muchisimas más oportunidades de aprendizaje.

Una institución educativa, lo mismo. La mayor parte del tiempo, los niños lo pasan en estos dos entornos: en el hogar y en la escuela. Con lo cual, si tenemos un entorno competente a nivel educativo, una educación que se ajuste a sus necesidades, que realmente lo incluya, que le permita la implicacion y la participación, entonces el niño va a tener más oportunidades de evolucionar.

¿Cuál es el panorama actual de la atención temprana en Latinoamérica?

Es muy variado. Primero, porque en muchos países se considera que atencion temprana es los mismo que estimulación temprana. Es decir, está más relacionado con acciones muy concretas asociadas, la mayor parte de las veces, a servicios de rehabilitacion en los servicios de salud, en donde el niño recibe diferentes terapias de manera más aislada y más centradas en el déficit. Con lo cual el concepto de un servicio integrado y unificado (atención temprana), y que tenga las mismas caracteristicas a nivel de toda la poblacion, no lo hemos encontrado como tal. En Ecuador, por ejemplo, existen muchos servicios de ayuda a la infancia, pero se encuentran descontextualizados; no es un trabajo integrado.

¿Cuándo y cómo se puede detectar los síntomas de trastorno en el desarrollo de los niños y niñas?

El momento de detección es muy variado: va a depender de los factores culturales, sociales, pero también de la formación que tengan los padres. Tenemos que tener en cuenta que hay padres que no saben nada del proceso del desarrollo evolutivo normal de un niño, con lo cual no pueden detectar esas señales de alarma que en un momento determinado nos pueden indicar que hay algo que está yendo mal. Por eso, las escuelas o colegios nos pueden ayudar a ver esas señalas de alarma, porque a veces el padre asume que su hijo no habla y que es normal porque todavia no tiene las suficientes habilidades para hacerlo. Normalmente, los pediatras, cuando hacen las revisiones de salud, debería ver cómo está el proceso de desarrollo del niño.

¿Cuáles son los principales factores de riesgo frente a la ausencia de estimulación temprana en niños y niñas?

Cuando hablamos de factores de riesgo, tenemos que saber que existen dos tipos: los biológicos que vienen asociados a procesos genéticos, sindrómicos o de malformaciones y también a nivel de funcionamientos y enfermedades. Y por otra, los factores de riesgo a nivel social, que implica a aquellos niños en situacion de vulnerabilidad, es decir, de abondono o de condiciones socioeconómicas muy bajas, que no permite tener los elementos mínimos que aseguren su buen desarrollo.

¿Qué es lo que los participantes del taller encontraron en el curso? ¿Cómo se desarrolló esta iniciativa?

Este taller surge de un trabajo de colaboración que llevamos desde hace aproximadamente 3 años con la universidad y nuestra intitución, la Universidad Católica de Valencia. Nosotros hemos estado trabajando con niños prematuros y el impacto del trabajo de los padres en la evolución de estos niños. Hemos visto la necesidad de que en Ecuador se incorporen las prácticas centradas en la familia, que son las prácticas recomendadas a nivel internacional como las más efectivas en atención temprana.

Vimos necesario que estas prácticas sean conocidas por las personas y que las instituciones empezaran a formar a sus estudiantes con una mirada de intervención global, integradora y con equipos trasdisciplinares, en donde la familia esté siempre presente. A través de la universidad, se decidió que lo mejor sería hacer un encuentro en donde pudieramos compartir experiencias de las investigaciones que llevamos realizadas hasta el momento.

Ofrecimos una mirada introductoria de cómo trabajar y de cómo las relaciones que se establecen entre padres y profesionales son, o deberían ser, beneficiosas. No podemos seguir trabajando de manera descontextualizada y aisladada, olvidando las oportunidades que el aprendizaje da.

¿Cuál es la importancia de crear estos espacios de diálogos y aprendizaje en las universidades?

Las universidades tienen un papel fundamental porque están formando a los profesionales del futuro. Si nosotros somos capaces de formar profesionales que tengan una visión más global del niño y que tengan en cuenta el papel de la familia, estamos, de manera indirecta, asegurando el futuro de muchos niños que puedan presentar discapacidad o riesgos. La universidad se convierte en un espacio de transformación y no solamente de transformación de cara a los estudiantes, sino de cara a la sociedad.

Por Redacción Vive!

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